EL VICTIMISMO: EL ENEMIGO A VENCER

Existe un ladrón muy peligroso, responsable de robarse los más grandes sueños y de extinguir los imperios más poderosos, y que, bajo el yugo de su sombra, aplasta indefectiblemente la grandeza de cada ser humano: ese ladrón de sueños es conocido como el victimismo.

¡Es tán fácil dejarse enredar en sus redes, y tan difícil tomar conciencia de que sólamente es un pensamiento mal dirigido! En la victimización existe una tendencia a distorsionar la realidad, ya sea exagerándola o disminuyéndola, y en la cual, filtro los resultados a través del dolor con el objetivo de obtener un beneficio personal a costa de los otros. Dentro de los patrones que catapulta el victimismo sobresale la manipulación a través de la lástima y la culpabilización.

Ésto se debe a que, al actuar como víctimas, delegamos a alguien más lo que nos toca resolver a nosotros mismos, y pretendemos dejar de ver los resultados que no nos gustan debido a decisiones nuestras en el pasado. ¿Cómo lo hacemos?: Culpando a los demás y rseponsabilizándolos de lo que nos corresponde a nosotros.

Y nuestra mente enferma, enferma al obstinarse en culpar a los demás por los errores propios y por enarbolar la compasión de los demás en defensa de nuestra falta de responsabilidad, sabiduría e inteligencia emocional. En nuestra deficiencia de tomar decisiones pretendiendo ser víctimas de la fatalidad del destino, de los otros, o incluso de Dios.

Lo más peligroso de permanecer en el estado de víctima es que, a través de una realidad distorsionada por los pinceles de la paranoia, nos convierte en altamente vulnerables, ya que provoca división y resentimiento, y eso, conlleva irremediablemente a la destrucción de aquello que supuestamente estamos defendiendo.

Cuando decides ser víctima, cualquier persona se convierte en un verdugo en tu vida.

Las víctimas buscan cada situación para recriminar: “me hizo”, “me odia”… o para reclamar: “debería haber hecho”, “debería haber sido”, “tendría que”… pretendiendo que los otros adivinen sus propios deseos o aspiraciones. Y se hunden en las garras del rencor y el odio, los que dotan de una energía que, al ser incontenible, genera fuertes explosiones que, como bombas atómicas, pueden desencadenar desastres.

En este día me gustaría que tomáramos consciencia de que las víctimas viven en el pasado, dejando fuera de su vida las oportunidades y bendiciones del momento presente y olvidando su futuro prometedor al elegir vivir en el pasado, perpetúandolo en cada respiración, en cada latido del corazón. Y sí, en muchas ocasiones hemos podido ser víctimas, ya sea bajo una acción inconsciente o con toda la intención, y si no encontramos el aprendizaje, seguiremos siendo voluntarios y promotores de nuestras desgracias.

¿Por qué te digo ésto? Porque al actuar bajo las emociones que la victimización detona: el odio, el resentimiento y el rencor, nos destruimos por dentro, dejando nuestro futuro y nuestra felicidad en manos de cualquier oportunista que pretenda utilizarnos para sus propios beneficios, haciéndonos creer que nos está ayudando con una agenda oculta.

Por otra parte, al alimentar el fuego del odio, nos convertimos en verdugos de todo lo que se encuentre afuera y que no esté de acuerdo con nosotros, con la bandera de que “porque yo sufrí ahora les toca a los demás”. Y olvidamos que el grado de destrucción que cada persona infrinja será proporcional a lo destruido que se encuentre por dentro, bajo la mentira de la satisfacción momentánea de sentirme “fuerte» al dañar a otros a través de la revancha.

Ante ésto, sólo puedo pronunciar una palabra: “¡DESPIERTA!”… ¿Crees que, ante los resultados que no te gustan, sólamente te toca ponerte a llorar, a reclamar y quejarte mordisqueando tu orgullo y esperando a que el otro “te arregle”? ¿O que paguen justos por pecadores? ¿En dónde quedó tu parte? ¿Eso que hiciste o dejaste de hacer?

Más vale moverte a recuperar eso que amas, que moverte para terminar de destruirlo… Si realmente valoras eso, más vale perder el orgullo, aceptar tus errores y comenzar a CONSTRUIR, pues las lágrimas de la pérdida por un falso orgullo serán más amargas que las lágrimas por haber invertido sabiamente el tiempo en reparar y que, tal vez, te harán dejar de lado cosas que te mantenían en tu zona de confort, para alcanzar un nuevo nivel de desarrollo en tu vida.

Si no quieres luchar por eso que amas, entonces no te atrevas a llorar por aquello que vas a perder. Y si decides quedarte de víctima, prepárate para ingresar en las filas del fracaso, la soledad y la pobreza…

 

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