Abundaban los perros
En esta ocasión te platico de una acción de gobierno que realizó el ayuntamiento de nuestra hermosa ciudad de Saltillo durante el mes de abril del aún no tan lejano año de 1929.
La situación era grave, pues abundaban los perros callejeros en nuestra hermosa ciudad, los transeúntes no podían caminar tranquilamente, los choferes tanto de carretas como de los muy pocos vehículos motorizados que había en Saltillo tenían que ir esquivando a los canes, además las heces y orines de los sabuesos dejaban olores indescriptibles.
El ayuntamiento, que dirigía como presidente municipal don Nazario S. Ortiz Garza, quien después fuera gobernador de Coahuila, implementó un plan para disminuir la cantidad de perros callejeros es nuestra ciudad. Era un plan sencillo, adecuado para la época, pues hacerlo hoy en día sería una acción calificada como una barbaridad. ¿Cuál fue el plan? Colocar en 20 puntos estratégicos “bocados” con veneno, para que los perros comieran de ellos y murieran por envenenamiento.
Déjeme decirle estimada y estimado Saltillense que el plan funcionó. De hecho, los habitantes de nuestra ciudad decían que hasta reconocieron esta acción gubernamental, sin embargo, empezaba otro problema y el cual si no se solucionaba rápido terminaría por ser un problema mucho mayor, pues los cadáveres de los perros muertos por envenenamiento empezaron a abundar.
Imagínese ahora las calles sin perros vivos, pero si muertos, los olores que eran peores que el de las heces y por si fuera poco estos animalitos ya muertos se convertían en focos de infección y enfermedad. Ante esta situación, la autoridad comisionó al cabo Jesús Granados y un agente para que se encargaran de levantar los cadáveres de los canes.
Según lo que pude investigar en el Archivo Municipal, por día se llegaron a recoger entre 10 y 15 perros muertos por envenenamiento.
Esta es una de esas historias que sucedieron en nuestra hermosa ciudad, historia en la cual una acción de gobierno que hoy no sería aceptada solucionó un problema, ocasionando otro que también fue resuelto. Esta es una historia que hoy no puede ni debe repetirse en Saltillo, pues los perros tienen sus derechos, los cuales también debemos de respetar.
Yo tenía una perrita llamada Frida y alguien la enveneno, la verdad la extraño y hasta lloré cuando murió, cuidemos a nuestras mascotas seamos buenos ciudadanos y mejores seres humanos.
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