COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.

Inversión en Ciencia y Tecnología: Clave para el Desarrollo

Por: Jonathan Flores Pérez

Vicepresidente de Enlace Universitario

En la actual sociedad del conocimiento, la sinergia entre ciencia y tecnología emerge como el motor que impulsa la innovación. Estos avances y descubrimientos no solo transforman la manera en que vivimos, sino que también simplifican nuestras actividades diarias. Desde los extraordinarios avances en la medicina hasta los desarrollos vanguardistas en inteligencia artificial, de manera constante presenciamos cómo estas disciplinas están moldeando nuestro entorno.

La ciencia es un proceso sistemático de observación, experimentación y análisis que busca comprender los fenómenos del mundo a través de métodos rigurosos y verificables. Por otro lado, la tecnología es la aplicación de este conocimiento para diseñar productos, servicios y herramientas que mejoren la calidad de vida de las personas. Por ello, esta relación se ha convertido en una rama inseparable del progreso de la humanidad y hoy es inimaginable el mundo sin el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Banco Mundial (BM) recomiendan a los países invertir al menos el 1% del Producto Interno Bruto (PIB) en ciencia y tecnología, como una estrategia clave para impulsar el crecimiento económico sostenible y el bienestar social. Algunas economías han implementado este objetivo como parte de sus estrategias de política científica y tecnológica y a su vez han obtenido resultados más alentadores en materia de educación, salud, bienestar e ingreso. En 2021, Israel invirtió 5.5% del PIB en ciencia y tecnología, Corea del Sur 4.9%, Estados Unidos, Suecia y Bélgica 3.4%, Japón y Suiza 3.3% y Alemania 3.1%. En otro grupo se clasifican Reino Unido y Finlandia que destinaron el 2.9% del PIB, Islandia y Dinamarca 2.8%, China 2.4%, Países Bajos 2.3% y Francia 2.2%.

En México los últimos cuatros sexenios han invertido anualmente en promedio 0.38% del PIB. El valor más alto en este lapso se observó en 2010 cuando se destinó el 0.49% en la materia. De acuerdo con el Banco Mundial, el dato más reciente para México es de 0.29% del PIB, lo cual ha quedado muy lejos de la recomendación de los Organismos Internacionales y de la inminente necesidad de impulsar la competitividad y el crecimiento económico mediante estrategias de política científica y tecnológica. Tan solo en 2022, Google aportó más a la economía mexicana (266 mil mdp) que el gobierno a Conahcyt (29 mil 564 mdp) según un estudio de la consultora Access Partnership.

Por lo anterior, es urgente que los agentes económicos (gobierno, empresarios y  sociedad civil) trabajemos de manera coordinada con un solo propósito: mejorar la calidad de vida de los ciudadanos destinando recursos financieros significativos a la investigación y el desarrollo, pues solo con ello, el país podrá mejorar su competitividad global, crear empleos de alta calidad y abordar desafíos complejos como la transición energética, el cambio climático, la salud pública, la educación y la seguridad, así como aprovechar plenamente las ventajas del TMEC y el Nearshoring.