PALABRAS CON SENTIDO

El cambio que no va a llegar 

En los últimos años nuestro país ha experimentado un crecimiento económico significativo, pero lamentablemente, este progreso no se ha traducido en una distribución equitativa de la riqueza y las oportunidades

 Aprovechando que estoy por terminar de leer el libro «Mirreynato: La otra desigualdad» de Ricardo Raphael, en el cual habla de un fenómeno social que no puede pasarse por alto en México, el mirreynato, es pertinente reflexionar sobre cómo este concepto se entrelaza con la dificultad de subir de clase social en nuestro país.

En México, 49 de cada 100 personas que nacen en los hogares del grupo más bajo de la escala social, permanecen ahí toda su vida y otros 25 no logran superar la línea de pobreza, esto es, 74 de cada 100 mexicanos que nacen en el estrato social más bajo no logran superar la condición de pobreza.

Sin ánimos de escucharme pesimista, escogí este título porque quiero abordar una realidad que a menudo es pasada por alto en nuestro discurso público: la persistente y desalentadora dificultad que enfrentan muchos individuos para mejorar su situación socioeconómica en México. Es importante reconocer que ser crítico no implica ser negativo; más bien, implica enfrentar de manera honesta y valiente los desafíos que enfrentamos como sociedad. En un país donde las oportunidades no siempre están al alcance de todos, es crucial examinar de cerca las barreras que impiden la movilidad social y buscar soluciones efectivas para superarlas.

En los últimos años nuestro país ha experimentado un crecimiento económico significativo, pero lamentablemente, este progreso no se ha traducido en una distribución equitativa de la riqueza y las oportunidades. La brecha entre los más ricos y los más pobres continúa creciendo y la movilidad social cada día parece más un anhelo de una utopía.

La corrupción y la impunidad que caracterizan a nuestra sociedad solo sirven para perpetuar este ciclo vicioso de desigualdad, donde aquellos con poder y dinero continúan acumulando más privilegios a expensas de los menos afortunados.

Para romper este ciclo de desigualdad, debemos enfrentar la corrupción y la impunidad de manera decisiva. Necesitamos instituciones fuertes y transparentes que garanticen la igualdad de oportunidades para todos los mexicanos, independientemente de su origen socioeconómico. Además, es fundamental promover una cultura de responsabilidad y solidaridad, donde la riqueza se comparta de manera equitativa y se utilice para el beneficio de toda la sociedad.

Acabar con este mal que ha sido parte de la vida mexicana durante muchos años, suena complicado pero no imposible.

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