CÁPSULAS SARAPERAS

Pedro Figueroa Siller

En esta ocasión te platico la historia de un Saltillense cuyo nombre ha sido pronunciado si no por todos, si por la inmensa mayoría de los Saltillenses, y seguramente muchos nos hemos preguntado quien fue Pedro Figueroa.

Pedro vio la luz del sol por primera vez el 2 de mayo del no tan lejano año de 1885, aquí en Saltillo, precisamente en el Rancho de Peña, cuando dicha propiedad estaba muy muy lejos de ciudad y era conocida como la Hacienda de Peña. Fue hijo de Eduardo Figueroa y Placida Siller y tuvo siete hermanos.

Al igual que su padre, era trabajador de la hacienda, que años después fuera de don Jesús de Valle Arizpe, con quien construyó una gran amistad, basada en el respeto, honestidad y lealtad. Motivo por el cual don Jesús, quien había sido hijo del gobernador Jesús de Valle y era hermano de don Artemio, Saltillense quien fue cronista de la ciudad de México, no dudó en encargarle la administración de la Hacienda de Peña a Pedro Figueroa.

Contrajo nupcias con Guadalupe Galindo Fuentes en junio de 1912. Por cierto, ella tocaba la mandolina. Juntos procrearos y educaron a ¡13 hijos!, sí estimada y estimado Saltillenses, 13 hijos y de una vez le digo que tuvo 82 nietos, por eso el padre Nieto aseguraba que don Pedro necesitaba mil periódicos sólo para informar a sus nietos.

En la Hacienda de Peña se sembraba maíz, alfalfa, elotes, trigo, duraznos, membrillos, higos y peras, según cuentan Blanca Margarita, Leticia y Reina Barbarita, hija y nietas de don Pedro. Además, había marranos, borregos, gallinas y hasta vacas, las cuales por cierto eran lecheras y cuya leche se vendía en Saltillo.

Tanta fue la confianza, la amistad, el respeto y cariño entre Jesús de Valle y Pedro, que el propietario de la hacienda le vendió a precio muy accesible parte de la propiedad y otra parte se la entregó para su esposa e hijos.

Amante del baile y buen jinete, bailaba el jarabe tapatío montado en su yegua, la cual llamaba “23 de Infantería”. Y no era raro que, ya casado, las vecinas fueran con su esposa para pedirle permiso de llevarse a Pedro a los bailes.

Fue un hombre apreciado por amigos, familiares, conocidos y vecinos, Saltillense de gran corazón, a quien no le dolía desprenderse no sólo del dinero, sino de la siembra, de la comida y hasta de propiedades, pues muchos matrimonios recibieron de regalo de bodas un terreno que el propio Pedro Figueroa media a pasos para que los recién casados pudieran fincar.

Inculcó con el ejemplo a sus hijos y nietos el amor al prójimo, pues era muy común que siempre llegara con un caminante que pasaba por la hacienda, tomando los alimentos en su mesa, sin importar si era conocido o desconocido. Era muy común que los campesinos que migraban a Saltillo llegarán con don Pedro para pedirle trabajo, el Saltillense lo primero que hacía era darles de comer, después ofrecerles un empleo y hasta un terreno para que fincaran.

Don Pedro Figueroa, además, fue empresario transportista. Para muestra de ello es la solicitud que realizó en 1927 al presidente municipal de nuestra hermosa ciudad de Saltillo para la instalación de un sitio de coches en el cruce de las calles de Colón y Xicoténcatl. Además, en 1939 fue comisario auxiliar propietario

Don Pedro Figueroa era alto, pues media 1 metro con 80, con nariz afilada, manos toscas, ojos de color verde y siempre portaba su sombrero.

Esta es la historia de un gran Saltillense, cuyo nombre es de sobra conocido, pues aquel camino vecinal con el paso de los años y del progreso se ha convertido en un boulevard que es engalanado con el nombre de Pedro Figueroa, seguramente para recordar a un hijo, hermano, esposo, padre, nieto, hombre honesto, de trabajo, pero sobre todo de gran corazón, y eso es algo que vale la pena presumir.

 

Autor

Francisco Tobías
Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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