PLAZA CÍVICA

 No tienen huesos

Antes de su muerte, el longevo político mexicano, Porfirio Muñoz Ledo, se refirió al presidente nacional de Morena, Mario Delgado, como “…gente amoral, gente sin estructura, son glúteo, no tienen huesos, un molusco, masa amorfa” (Proceso). Muy cierto. Sin embargo, lo más lamentable es que podemos decir lo mismo de los presidentes de los partidos que integran el Frente, justo en un momento donde la oposición política, la democracia del país y el país mismo piden, a gritos, políticos de altura.

Mario Delgado detenta un apellido que ya nos indica falta de densidad ósea. El presidente nacional de Morena fue secretario de Finanzas de la Ciudad de México con Marcelo Ebrard, cuando sucedió el desfalco multimillonario de la línea 12 del metro. En su salto de tecnócrata a político –diputado federal, senador y presidente partidista– jamás presentó una iniciativa legislativa de altura, demostrando carecer de ideas políticas propias. Pero tampoco ha demostrado tener carácter propio, al ser uno de los golpeadores más visibles del morenismo: pidió “exterminar” el INE, tachó de “traidores” a los consejeros electorales, y señaló que el Tribunal Electoral fue creado para que “no haya democracia”. Es decir, es el encargado de encender la pradera sobre la cual se asienta la democracia mexicana.

Sin embargo, quienes deben hacerle frente al piromaníaco carecen de legitimidad política, no pudiendo apagar el incendio en la pradera democrática. “Alito” Moreno, presidente del priismo, no puede mejor representar a los dinosaurios de la era Mesozoica, o del antiguo régimen mexicano. Pertenece a la clase depredadora, con una larguísima cola que creció a base de corruptelas en su paso por la gubernatura de Campeche. Con sus garras rasca lo que queda del priismo, expulsando a innumerables cuadros partidistas y perdiendo durante su dirigencia 11 gubernaturas: ahora, solo le quedan 2. Pero de esas dos, una es en coalición.

El dinosaurio priista está acompañado de la medianía panista en la persona de Marko Cortés. Pero ojo, medianía aquí no es virtud, sino defecto: “persona que carece de prendas relevantes” (Real Academia Española). Marko Cortés es el niño fresa del vecindario partidistas, el que “se encierra en la sede de la Colonia Del Valle, en la CDMX, por horas durante tres o cuatro días a la semana, descuidando su presencia en la esfera pública, aunque tuitée varios mensajes al día” (Reforma). Si el panismo ve en el autoritarismo de Morena a su enemigo histórico, Marko Cortés es incapaz de extraer ideas de su doctrina y lecciones de su historia. Quien tiene apellido de conquistador solo ha perdido: de 12 estados se pasó a 6 durante su presidencia. Pero de esos seis, dos son en coalición.

Los presidentes partidistas de los tres principales partidos políticos de México deberían ser hueseros, expertos en remediar las dolencias del país. Sin embargo, no solo no lo son, sino que carecen de huesos: no tienen ideas ni carácter. Y mientras aumentan las dolencias del país, todos ya tienen su hueso asegurado.

fnge1@hotmail.com

​@FernandoNGE

 

Autor

Fernando Nùñez de la Garza Evia
Fernando Nùñez de la Garza Evia
Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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