A LA BÁSCULA

Político con buen humor

Cuando el PRI perdió por primera vez la presidencia de la República en 2000 ante el panista Vicente Fox, por un tiempo los priistas anduvieron como gallina sin cabeza, porque ahora ya no había la figura del ‘primer priista del país’ a quien seguir, ni de quien recibir órdenes, ni a quien rendirle cuentas. Sobre todo, ocurrió con los gobernadores, que pronto se dieron cuenta que sin tener que reportar a nadie más arriba que ellos, crearon sus cotos de poder en las entidades que gobernaban, y se dio paso a lo que entonces se le conoció como los pequeños ‘virreyes’.

Fueron dos sexenios en esas condiciones y cuando el tricolor volvió a Los Pinos en 2012 con Enrique Peña Nieto, el desorden entre los mandatarios ya se había consolidado, y además el nuevo presidente priista nunca mostró interés ni voluntad para volver a instaurar el orden, a pesar de que presumió a un puñado de gobernadores como a una nueva generación de mandatarios del nuevo PRI que movería a México.

Los Duartes de Veracruz y Chihuahua, ‘Beto’ Borge de Quintana Roo, Roberto Sandoval de Nayarit, Rodrigo Medina de Nuevo León, Aristóteles Sandoval de Jalisco, Andrés Granier de Tabasco, y Fausto Vallejo de Michoacán formaban parte de ese grupo. Unos se encuentran presos, otros ya fueron liberados, uno de ellos fue ejecutado, pero todos enfrentaron problemas con la justicia, por desvío de recursos y ejercicio indebido del poder, incluso algunos ligados al narcotráfico.

Un par de presidentes populistas militantes de los dos extremos del espectro político que se vendieron como excelentes candidatos y luego fueron pésimos y decepcionantes como gobernantes, han sido el parteaguas, el antes y el después de la política en nuestro país. Después de aquella primera alternancia, y tras la segunda sobre todo, la política en nuestro país se ha vuelto una verdadera pachanga, en la que muchas de las reglas no escritas del arte de la política, han sido destrozadas.

Como ocurrió en Guatemala en 2015 cuando el cómico Jimmy Morales llegó a la presidencia del país centroamericano, de pronto esa descomposición política en nuestro país nos llevó a hacer gobernadores hasta a futbolistas incapaces. Morales decía durante su campaña presidencial: “Durante 22 años los he hecho reír. Si gano las elecciones, prometo que no les voy a hacer llorar”.

Terminó envuelto en escandalosos actos de corrupción y estuvo muy cerca de que el Congreso le retirara la inmunidad para ser llevado a tribunales. Morales se fue sin poder cumplir esa sencilla promesa, de no hacer llorar a los guatemaltecos. A la partida del comediante metido a la política, el periodista Fausto Pretelin Muñoz de Cote en un artículo en El Economista escribió una frase que me pareció muy contundente: De la comicidad no se puede exigir el surgimiento de un estadista, pero sí un político con buen humor.

En nuestro país, con síndrome de periodista, cómico, juez implacable, semidios y conductor de noticieros televisivos, desde el púlpito presidencial cada día nos recetan una retahíla de lugares comunes que se han repetido todo el sexenio, que han servido cada día como bolas de humo para distraer al respetable y no se den cuenta de que el país se está cayendo a pedacitos, y nos lo van a dejar hecho trizas.

Como si los populistas que llegaron al poder en México no fuera suficiente, para la elección presidencial de 2024 ha surgido un nuevo patiño, un junior acostumbrado a hacer y deshacer porque siempre ha sido ‘hijo de papi’, y su más reciente capricho es ser candidato y llegar a la presidencia de México.

Este nuevo –ya que él usa mucho el término nuevo- payaso de carpa ha terminado de convertir a la política mexicana en un circo de tres pistas. Malabarea y juega en el alambre con el destino de Nuevo León, un día pide permiso para ausentarse del cargo para irse a la pre campaña por unos días, y de pronto recula –porque es re…inestable-, regresa unos días más porque quiere imponer sus propias reglas, su propia constitución, sus caprichos, y a sus empleados para relevarlo en el cargo, y luego apunta a que se volverá a ir.

Va por la vida tomando a su estado natal y quisiera hacerlo también en todo el país, como si fuera jugando al ‘turista’, que ya compró un estado y ahora quiere comprar un país completo.

Los mexicanos ¿no habremos aprendido ya con otros presidentes payasos que hemos tenido y con los que a nosotros y al país nos ha ido de la patada, que ahora habrá quien vote por este nuevo payaso?

No cabe duda que al menos en nuestro país, la política dejó de ser un arte, una ciencia, para convertirse en una verdadera pachanga. Ojalá que reflexionemos, que pensemos muy bien a quien darle nuestro voto, porque está visto que, de cómicos, payasos, y ahora influencers, como escribió Fausto Pretelin, no se puede esperar ni exigir el surgimiento de un estadista, acaso un político con buen humor.

laotraplana@gmail.com

@JulianParraIba

 

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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