Madrid.- El Papa Francisco, ha rendido un homenaje a los migrantes muertos en el Mediterráneo durante su viaje a Marsella y casi al final de su discurso, ha advertido que los impedimentos que se ponen a los barcos de rescate para salir a recoger a los migrantes embarcados en pateras son “gestos de odio disfrazados de moderación”.
“Me alegra ver a tantos de ustedes aquí yendo al mar para rescatar a los migrantes. Porque se suele decir: al barco le falta esto y aquello (por lo tanto no puede zarpar). Se trata de gestos de odio hacia los hermanos que se disfrazan de comportamiento moderado. Gracias por lo que hacéis”, ha dicho el Pontífice dirigiéndose a los representantes de las organizaciones de rescate presentes en el acto.
Justo antes, el arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, había asegurado que es un “delito” que las instituciones políticas prohíban rescatar migrantes.
“Cuando hombres y mujeres y niños que no saben nada de navegación, que huyen de la pobreza y de la guerra, son despojados de sus bienes por traficantes deshonestos que los condenan a muerte, haciéndolos subir a bordo de barcos viejos y peligrosos, esto es un crimen. Y cuando las instituciones políticas prohíben a las organizaciones no gubernamentales, e incluso a los barcos que navegan en estas aguas, rescatar a los náufragos se trata de un delito igualmente grave y una violación del derecho marítimo internacional más básico”, ha lamentado Aveline.
RESCATAR A LAS PERSONAS: UN “DEBER DE CIVILIZACIÓN”
El Papa ha dicho que el mundo se encuentra ante la encrucijada de la fraternidad, por un lado, y de la “indiferencia que ensangrienta el Mediterráneo”. “La indiferencia se vuelve fanática. Es necesario rescatar a las personas que corren riesgo de ahogarse si se exponen a las olas. ¡Este es un deber de la humanidad, un deber de la civilización!”, ha exclamado.
Por ello, ha pedido no acostumbrarse a ver los naufragios como titulares y las muertes en el mar como «meros números» porque «son nombres y apellidos, son rostros e historias, son vidas destrozadas y sueños destrozados». «Pienso en los muchos hermanos y hermanas que se ahogaron en el miedo, junto con las esperanzas que llevaban en sus corazones. Ante semejante drama, lo que se necesita no son palabras, sino acciones. Pero incluso antes se necesita humanidad: silencio, lágrimas, compasión y oración», ha añadido para pedir a continuación un minuto de silencio en memoria de todos los fallecidos en el mar.
Francisco ha lamentado de nuevo que el Mediterráneo se ha convertido en un “enorme cementerio”, donde muchos hermanos y hermanas están privados incluso del derecho a una tumba, “donde está sepultada la dignidad humana”. “No podemos aceptar ver a personas tratadas como mercancías, encarceladas y cruelmente torturadas. No podemos seguir soportando las tragedias de los naufragios causados por la vil trata de personas y el fanatismo de la indiferencia”, ha recalcado.
Al final de su discurso, el Papa expresa un deseo, citando las palabras que David Sassoli, fallecido presidente del parlamento europeo que pronunció en Bari, con motivo de un encuentro precedente sobre el Mediterráneo celebrado en 2020: “Ya basta de tener miedo a los problemas que nos plantea el Mediterráneo! (…) Para la Unión Europea y para todos nosotros, nuestra supervivencia depende de ello”.
Finalmente, Francisco ha pedido no perder la esperanza y afrontar unidos los problemas construyendo juntos un “mosaico de paz”. (AGENCIA REFORMA Y EUROPA PRESS)
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