BARBIE

 NI TAN ROSA, NI TAN GRIS

De manera deliberada demoré en dar mi opinión respecto de la cinta la calificada como “el mejor estreno comercial del año”. La razón fue clara: distanciarme de los prejuicios que se asumieron a propósito de su estreno (que coincidió con la esperada Oppenheimer, de Christopher Nolan) y analizarla con absoluta tranquilidad y determinar si era una obra maestra de la industria (no lo es) o si era una pérdida de tiempo (no lo es). En su mundo de rosa absoluto, se deja ver con algunos grises interesantes, con pinceladas irónicas y con una clara declaración de principios femeninos y feministas, sintonizados con los tiempos que corren.

Resulta del todo interesante constatar cómo una muñeca causó tanto revuelo en el ámbito cultural a partir de su debut en 1959. Y esta versión fílmica se apoya en los hechos históricos y los tamiza con elementos fantásticos para darnos a conocer el mundo rosa de Barbieland que, en su perfecta monotonía, se resquebraja cuando la muñeca estereotipada comienza a cuestionar su existencia, lo que se traduce en que ella empieza a ser más humana, ergo, más imperfecta y susceptible a la celulitis y la vejez.

Con el plus de la nostalgia -cuántas niñas del mundo no jugaron y soñaron con el estereotipo Barbie- el filme se entremezcla con la sátira y alcanza cuotas de legítimo humor y también decae cuando su guion abarca demasiados temas (todos importantes), pero no profundiza en ninguno en particular en la brevedad de su metraje.

Usando guiños al mundo del cine -un inicio que rememora a 2001, Odisea del Espacio de Stanley Kubrick, escenas breves de El Padrino, Orgullo y Prejuicio, pasa por Grease y aterriza en Matrix, entre otras-, Barbie se erige como una película que a primera vista parece un manifiesto feminista al uso, aunque cuando la miramos con cuidado deja entrever ideas que socavan el machismo, pero también el poder de las corporaciones y la banalidad de cierta parte de la sociedad estadounidense en Los Ángeles, California y, era que no, a Hollywood.

(NO) TODOS QUEREMOS SER KEN

El filme parte con la idea clara de que las niñas pre-Barbie estuvieron condenadas a jugar con muñecas similares a bebés, obligadas a ser madres precoces y soñar con el mundo femenino adulto. Eso hasta que Barbie aparece y desata el furor, porque ella es la primera que instala un modelo de muñeca-mujer adulta-exitosa, ejerciendo diferentes profesiones en una época en que todo eso todavía era un tema todavía improbable.

Ese mismo inicio causó polémica porque también podría leerse como una secuencia que promueve el rechazo a la maternidad, haciendo una peligrosa lectura de la familia vista como un simple cuidado de los bebés.

La polémica sigue cuando recordamos que Barbie fue y es un juguete polémico, promotor acaso de un estilo de belleza prototípico y que idealiza el consumismo y utiliza el cuerpo como elemento sexista,

Este filme, dirigido por Greta Gerwig pone en evidencia precisamente esas aristas y pone el dedo en la llaga en una crítica fuerte, directa y consciente de un producto que encandila e incomoda por partes iguales. Lo mejor es que al mismo tiempo que el filme critica a Barbie, la ensalza y la humaniza, logrando un equilibrio importante a la hora de exponer su trama.

A nivel argumental, supone elementos fantásticos -un mundo paralelo en donde las muñecas serializadas viven en perfecta armonía en un mundo idílico, inalterable y perfecto, donde todo está dominado por los diferentes modelos de Barbies, o sea, un mundo femenino, donde los hombres -los muñecos Ken- están allí para mayor deleite del mundo matriarcal, hasta que la Barbie primigenia entra en conflicto por problemas existenciales… es decir, cuando comienza a pensar, a ser persona y entender que hay algo que la trasciende.

Lo interesante a nivel de discurso es que estas muñecas-mujeres viven y realizan todas las funciones que se suponen patriarcales (construyen, dirigen el congreso y toman decisiones), mientras que los hombres -los Ken y un único Alan-, están allí solo para ser un accesorio hermoso de las Barbie. Es decir, el mito de Adán y Eva, pero a la inversa.

Y ojo: el discurso se amplía hacia otras aristas -no desarrolladas- cuando Barbie recuerda que ni ella ni Ken tienen órganos reproductores, no poseen sexo y por lo tanto, son simplemente una réplica incompleta del modelo original.

Y cuando sobreviene la crisis existencial de Barbie, debe pasar al mundo real para entender por qué está teniendo ideas sobre la muerte y su cuerpo se está deteriorando de manera peligrosa e impensada. Descubrirá entonces las emociones, las lágrimas, sentirá inseguridad y ansiedad que son su acercamiento a ser humana.

Lo irónico es que en este viaje ella viaja con Ken, el que descubre que en el mundo real es el hombre quien domina y determina las condiciones, son respetados y temidos y se inflama con ideas acerca del patriarcado, regresando con dichas ideas trastocando todo en Barbieland e instaurando la rebelión de los Ken en ese mundo rosa que cae en sopor.

Como se escoge el formato de comedia (aparentemente tonta), es poco probable que los espectadores hombres se puedan sentir menoscabados, ni tampoco tan felices las mujeres por cuanto se produce el efecto de la caricaturización, en una sociedad tan masculina que todo termina siendo homoerotismo y relaciones entre hombres que desean demostrar al otro su superioridad. La caricatura se amplía a la burla hacia las empresas que, supuestamente, colaboran con el feminismo, partiendo -saludablemente- con la empresa Mattel, creadora de la muñeca en la realidad.

Todo ese aire de caricatura, de mundo rosa, de coreografías homoeróticas y de frases tontas puede confundir a más de alguien en su apreciación. Porque, a fin de cuentas, Barbie no es tan rosa como pensamos, ni tan gris para desalentar a nadie ni mucho menos tan tonta como para desechar su visionado.

BARBIE. Dirección: Greta Gerwig. Guion: Greta Gerwig y Noah Baumbach. Elenco: Margot Robbie, Ryan Gosling, América Ferrera, Kate McKinnon, Hari Nef, Michael Cera, Will Ferrel, Dua Lipa. Fotografía: Rodrigo Prieto. Vestuario: Jacqueline Durran. Género: Comedia fantástica. Basada en Barbie de Mattel. Productoras: LuckyChap Entertainment, Mattel Films y Heyday Films. Duración: 114 minutos. Estados Unidos, 2023.

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación