COMO DECÍA MI ABUELA

“En todo están…”

Cuando mis primas venían, era el momento de ponernos al día. Nos sentábamos en “el porche” y nos poníamos a platicar, mientras mis tías, madre y abuela hacían lo propio en la sala. Fui a la cocina por un vaso con agua en el preciso momento en que una de mis tías platicaba que había discutido acaloradamente con una de sus hijas adolescentes, por lo que pregunté –¿con quién tía?-. En el momento en que sentí las miradas de todas, supe que había cometido un error, “en todo estás, menos en misa” dijo mi abuela, y yo salí disparada antes de que mi mamá agregara alguna otra frase.

A las autoridades, se les exige una sola cosa: hacer aquello para lo cual fueron designadas o elegidas, desafortunadamente, rara vez ocurre así. Por el contrario, pareciera que el erario público se convierte en una especie de fondo de inversión para que puedan impulsar sus carreras políticas, resolviendo a modo y sólo aquello que es más visto o abona a sus fines personales o los de sus “compadres”. Si esto no es así, entonces no me explico cómo es que existen tantas inconsistencias en los casos de violencia contra las mujeres.

Como lo ocurrido en Chihuahua, dónde Abril Regalado, madre de tres pequeñas, sufre por tercera ocasión la sustracción de sus hijas por parte de quién ya fue señalado como agresor mediante sentencia federal, Omar Yasef Rascón Moriel. ¿Cómo puede un agresor sustraer a las menores que no están bajo su custodia, no una, sino tres veces, si no es con la complicidad y bajo el abrigo de autoridades corruptas?

De igual forma que le sucede a Malena Ríos, víctima de tentativa de feminicidio por medio de ácido que le ocasionó graves quemaduras y lesiones que aún no logran sanar. Porque no sólo es sanar la piel, es restaurar la confianza de las víctimas en el Estado de Derecho, ese que, teniendo todos los medios y recursos para protegerlas, no lo hizo, porque no querían enjuiciar al ex legislador, empresario o funcionario público. Porque como decía mi abuela “en todo están, menos en misa” cuando se les requiere para que cumplan con sus funciones y enjuicien a aquéllos que nos violentan.

Cierto que no todos son ineptos, y existen autoridades que están luchando por cambiar esa visión, como la Jueza Nuvia Aguillón, quien el pasado 28 de junio impuso la medida cautelar de colocación del dispositivo electrónico, a Joel N, por el proceso de Violencia familiar que enfrenta. El Juez adscrito al Tribunal Laboral del Distrito Judicial de Monclova, fue separado de su cargo por el Consejo de la Judicatura Federal ante la gravedad del delito. Al menos algunos cumplen con sus funciones y se dedican a trabajar. Sin embargo, de acuerdo a la ENDIRE 2021, en Coahuila el 39.7% de las mujeres de 15 años o más han sufrido violencia por parte de su pareja, y el 61.4 % de las mujeres que han sufrido violencia familiar lo han recibido al interior del hogar.

Falta consciencia del grave problema de violencia al que nos enfrentamos porque en México, muchas de las conductas las consideramos “normales”. Tenemos inserto en la cultura que somos latinos y por lo tanto “de sangre caliente”, que “si no me cela, no me quiere” o que “todo vale en nombre del amor”, de manera que; si un hombre comete feminicidio, se intenta justificar sus acciones porque, “estaba dolido”, “tenía celos”, “fue un crimen pasional”. Nada justifica de ninguna manera, que un hombre le arrebate la vida a su pareja, por algo se encuentra tipificado como delito, aunque culturalmente lo queramos explicar y solapar.

Necesitamos más autoridades que comprendan esto, que entiendan que su juicio personal o su sesgo, debe estar aparte de su encargo y el desempeño de sus funciones. Que los intereses políticos y sus carreras no son más importantes que los ciudadanos a quienes representan. Que las mujeres no somos ciudadanas de segunda categoría y que luchar por nuestros derechos es luchar por una sociedad más justa y equitativa. Que la violencia vicaria existe, y afecta a más familias de las que tenemos conocimiento, porque en México, es muy difícil y costoso llevar un proceso familiar, además de revictimizante. Necesitamos mejores funcionarios, por lo que, herramientas como la 3 de 3 contra la violencia son muy útiles, pero no bastan para erradicar la violencia. Necesitamos autoridades que de verdad se enfoquen y se eduquen en temas de violencia contra la mujer y no lo tomen a la ligera, porque, como decía mi abuela “en todo están, menos en misa” y ya se nos están acabando las plegarias y la paciencia.

 

 

Autor

Leonor Rangel