COMO DECÍA MI ABUELA

«Tantos siglos…  « 

A mi abuela le gustaba mucho cantar. En los tiempos en los que pertenecí al grupo «La Trinca» solía pedirme que le cantara la canción «Coincidir», cuya estrofa favorita era «tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir»

A veces, no sólo recurría a los dichos y refranes y también utilizaba canciones para iniciar conversaciones o reforzar una idea que surgía con la charla. Solía utilizar esta frase cuando reflexionaba en ¿cómo era que nos entrelazábamos con nuestros amigos, familiares, vecinos? y ¿cómo esto aportaba o no a nuestra calidad de vida?, sin duda lo que más agradezco es que tuve la oportunidad de coincidir con ese gran ser humano que fue mi abuela.

Me permití esta reflexión, motivada por la conmemoración del día del amor, el día de la mujer mexicana y el 11 de febrero, aniversario luctuoso de mi abuelita, pero también, por los acontecimientos de la sentencia otorgada por la Jueza Nuvia Aguillón (con quién tuve la oportunidad de coincidir en la Universidad) al feminicida de Mayra ocurrido el 14 de febrero de hace dos años.

Y aunque le salió barato, pues su juicio fué abreviado y la pena pudo ser hasta de 60 años, pagará 27 años sin beneficio a condena condicional, además de la entrega de dos bienes inmuebles y el pago de una multa. Nada nos regresa a Mayra, pero la condena le permite a los familiares iniciar su proceso de duelo, ese que se puso en segundo término, porque en primer lugar, estaba la necesidad de justicia.

Y aquí cabe una reflexión más, el cómo las mujeres coincidimos con nuestros agresores, nuestros feminicidas y no lo imaginamos, porque primero son nuestras parejas, los padres de nuestros hijos, los compañeros que elegimos sin saber, que años más tarde terminarán con nuestra vida.

«Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio» tantas parejas y las mujeres seguimos repitiendo la historia porque a pesar de que algunos sufran una condena, la realidad es que son pocos aquellos que son alcanzados por la mano de la justicia y peor aún son pocas las mujeres que son escuchadas antes de que formen parte de las estadísticas de feminicidio en México.

Cómo le ocurrió a Lorena Escobar, quién acudió a denunciar a su ex pareja, acompañada de su madre, en enero de este año. Sin embargo, las autoridades le indicaron que, al no contar con lesiones visibles, su caso no procedía. Lorena hizo lo que estaba a su alcance, ella denunció a su agresor, pero fué ignorada. En consecuencia, fué asesinada el 08 de febrero, en la alcaldía Miguel Hidalgo en el Estado de México, bajo el cobijo del pacto patriarcal y con la complicidad del Estado Mexicano. Así como suceden todos los feminicidios.

Estos hechos y la digna rabia, motivan otras coincidencias, cómo lo que nos muestra la película «Ruido«, dónde convergen las familias y supervivientes de desaparición forzada y feminicidio, o lo que nos anuncian ya las redes sociales, respecto a las marchas con motivo del 8M.

Porque, cómo decía mi abuela, «tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir» con las mujeres que buscan a sus desaparecidos, las que luchan por el reconocimiento de sus derechos y los de sus hijos, las que quieren una vida libre de abuso y acoso en las escuelas y universidades, las que gritan «las queremos vivas» y las que, a pesar del sistema, utilizan las instituciones jurídicas para reivindicar nuestra posición y nuestros derechos.

Nos necesitamos todas, porque sabemos que, en nuestro país, la violencia feminicida va ganando 11 a 0.

Autor

Leonor Rangel