COMO DECÍA MI ABUELA

Nuevo rey… 

Mi abuela tenía tortugas, que rescataba de la carretera. Una se llamaba Chiquita y la otra, tristemente, no recuerdo. Ambas tortugas convivían en armonía, hasta que un día llegó a casa una tortuga más grande, a la que nombró Valente. El tal Valente acaparaba los mejores espacios a la sombra al medio día y las raciones de comida más abundantes. Mi abuelita miraba a sus tortugas y aunque a veces Valente saliera regañado, se dirigía a las otras con cariño y les decía – ni modo “Nuevo rey, nueva ley”

En abril del año pasado, en Veracruz, Montserrat Bendimes fue internada luego de que su novio Marlon Botas le propinara una paliza. Fueron los padres de este último quiénes llevaron a Montserrat al hospital por su propia cuenta sin dar parte a los familiares de Montse. En noviembre fueron detenidos los padres de Marlon por complicidad en el feminicidio de Montserrat y Marlon se encuentra prófugo hasta este momento. El caso recientemente cobró relevancia ya que este lunes el canal de televisión Imagen publicó un video donde Marlon, dando su versión de los hechos, señala que todo fue un accidente y aún se atreve a exigir a las autoridades de Veracruz que liberen a sus padres a cambio de entregarse, a lo que la fiscalía de Veracruz, por su parte, respondió que “la justicia no es negociable”.

Algo interesante del caso, es que nos deja ver hasta dónde los hombres y la sociedad en general percibimos la falta de acceso de justicia a las mujeres y lo que representa para ellos, lo cual queda plasmado en la facilidad con la que un hombre puede terminar con la vida de una mujer (su novia) y lo percibe de esta manera, la misma facilidad con la que puede grabar un video y enviarlo a los medios de comunicación supuestamente “serios”, que también con la misma facilidad se prestan a la complicidad para crear un circo mediático que lucra con el dolor, la impotencia y la desesperación de la realidad de muchas mujeres en México y Latinoamérica.

El 15 de mayo, en Monterrey, Nuevo León, colectivas feministas y familiares de víctimas, colocaron una antimonumenta en la explanada de los héroes dónde pusieron los nombres de las desaparecidas y colocaron una placa con la leyenda: “Dedicada a todas las mujeres víctimas del Nuevo León machista”. Más tardaron las mujeres en hacer un hoyo en la tierra, colocar cemento y varillas para poner el monumento, que el gobierno de Samuel García en mandarlo a quitar, haciendo con la antimonumenta lo mismo que se hace en México con las mujeres: desaparecerla. Luego de que los mismos colectivos que la habían erigido señalaran su ausencia, esta fue devuelta, pero sin la placa y los demás elementos que acompañaban este símbolo y esfuerzo de las mujeres por recordar a las que nos faltan. De nuevo, desaparece y aparece de formas misteriosas, con explicaciones que carecen de sentido y en condiciones deplorables, muy distintas a las que tenía antes de “desaparecer”, es como si también el gobierno del Estado de Nuevo León, quisiera hacer de la historia de su antimonumenta, una oda de lo que vivieron Debanhi, Yolanda y tantas otras mujeres “desaparecidas” y luego “halladas”.

El Estado nos falla, no importa que existan nuevos reyes, nuevos gobernadores, nuevos fiscales o nuevos presidentes, incluso, “un nuevo Nuevo León”. Gobiernos van y vienen y la respuesta es la misma, las mujeres no importamos. A pesar de que desde 1952 la ONU señala que “… no puede existir democracia donde más de la mitad de la población no es ciudadana”, al día de hoy, aunque en el Derecho se reconoce a las mujeres nuestra calidad de ciudadanas, esto no se llega a cristalizar en los hechos.

Es por estas mujeres y niñas y por un Estado de Derecho muerto, que no protege el valor supremo (la vida) de la mitad de sus ciudadanos, que el día 18 de mayo, se convocó al luto nacional, a manera de protesta por la inacción de las autoridades y como denuncia de todas esas prácticas que se perpetuan en la sociedad y que nos han llevado a la emergencia ante la violencia machista en nuestro país. Porque no importa cuántas personas se sienten al trono ni lo que pretendan ser, solo son servidores de un patriarcado histórico que ya se encuentra en ese trono, instalado y reinando, caracterizado por su impunidad, indiferencia y omisión del Estado de Derecho. Tampoco importa cuántas leyes se erijan en nombre de la democracia, la libertad y los más altos valores que debiera cumplir un Estado si, afuera de los Palacios de Gobierno, se levantan muros y se les niega a las mujeres y a sus familias el legítimo Derecho de tener un lugar dónde rendir homenaje a aquellas mujeres víctimas de la violencia machista, 11 al día en nuestro país. Incluso, puede ser verdad el dicho de mi abuela “nuevo rey, nueva ley” aunque a estas alturas, ambos sirvan para muy poco.