A LA BÁSCULA  

Atorarse o descarrilarse

Después del arrollador triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las urnas en 2018, cuya ola ‘jaló’ a algunas decenas de candidatos a los que la gente ni conocía ni identificaba, pero que recibieron el beneficio del voto y de la duda, solamente por ser integrantes del partido, del movimiento encabezado del obradorismo, muchos de los cuales terminaron siendo senadores, diputados federales, diputados locales, alcaldes y hasta gobernadores. Algo muy parecido a lo que ocurrió en el 2000 cuando la ‘ola Fox’ hizo ganar a muchos que ni en sus mejores sueños hubieran imaginado lograr las posiciones que aquella elección les hizo alcanzar.

En algunas entidades y regiones del país, el vuelo del impulso de la campaña presidencial les duró un poco más allá, al conquistar en la elección concurrente con la intermedia federal de 2021, las gubernaturas de Sonora, Sinaloa, Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Colima, Michoacán, Guerrero, Tlaxcala y Zacatecas.

En otras entidades –como Durango-, el vuelo fue muy cortito ya que, en la elección para renovar las alcaldías en 2019, en la que suponía que iba a ‘barrer’, solamente ganó dos de las 39 presidencias municipales en juego, y de ellos solamente uno de importancia, Gómez Palacio con Marina Vitela; y Otáez con Héctor Herrera Núñez, y en el primero de los casos en una de las elecciones con la más baja participación ciudadana, y con apenas alrededor de 2 mil 500 votos de diferencia.

Así como Andrés López se convirtió en 2018 en la ‘máquina’ que jaló a cientos de vagones, en estos momentos pudiera estarse convirtiendo ya en una pesada carga para muchos de los aspirantes morenistas a algún puesto de elección popular.

Después de la intermedia federal de 2021 donde perdió en la cámara federal el suficiente número de curules que le impiden transitar libremente todas sus iniciativas como sucedió en la primera parte de su administración, además de la mitad de las alcaldías en la CDM-, el Presidente ha intentado realizar movimientos en el tablero a fin de intentar repuntar su imagen, la de su partido, y por supuesto de todos sus abanderados.

Ideó primero el ejercicio de la revocación de mandato en el que, aunque diga que ganó el #QueSigaAMLO -que no fue en ningún momento un criterio que aplicara porque se trataba de un proceso de revocación, no de confirmación-, en el fondo sabe que fue un fracaso porque no consiguió los votos suficientes para que fuera vinculante, y no solo eso, sino que se dio cuenta de una muy marcada reducción de votos, en relación a los que lo llevaron a la Presidencia.

Luego vino lo de la Reforma Energética, en la que por primera vez un presidente es bateado en una iniciativa de esta envergadura. Todavía peor, la reacción de sus correligionarios de acusar de traidores a la patria a quienes votaron en contra de su iniciativa, más que allegarle seguidores o granjearle simpatías, ha empezado a preocupar a muchos que se mantenían neutrales, y aún a los que eran sus simpatizantes que ven cómo se lleva a los extremos los calificativos de quienes piensan distinto o difieren con el punto de vista del primer mandatario.

En los estados donde habrá renovación de la gubernatura, entre ellos Durango, esos traspiés del morenismo empiezan a hacer mella en las campañas, si nos basamos en las mediciones más recientes de distintas casas encuestadores, que vienen mostrando cómo cada día se abre más la brecha entre el abanderado de la alianza Va por Durango, Esteban Villegas Villarreal; y la candidata de la coalición Juntos Haremos Historia, Marina Vitela Rodríguez.

Y aunque en estos comicios no les va a alcanzar, el Presidente tiene en puerta la presentación de un par de iniciativas como un último intento de repuntar él mismo, su partido y el que vaya a ser su candidato de cara a la elección presidencial de 2024. La electoral, con la que pretende eliminar al actual INE para renovar a los consejeros actuales para poner unos afines y leales a su movimiento; y la que adjuntaría a la Guardia Nacional a la Sedena, para ahora sí oficialmente quedar bajo mando y control totalmente militar, contraviniendo el principal argumento que utilizó para lograr el apoyo de los estados cuando su creación, de que iba a ser una institución civil, dirigida por mandos civiles. Pero como dice él mismo ‘fuera máscaras’, qué bueno que cada quien se vaya mostrando como lo que realmente es.

Aunque, después de lo de la reforma energética, las cosas han quedado tan deterioradas entre el morenismo y sus opositores –incluso dieron la oportunidad de que la Oposición se empoderara-, el Presidente corre el riesgo de volver a ser bateado y estas nuevas intentonas por reposicionarse, se conviertan en una brecha más amplia entre sus seguidores y los que al principio eran fifís, luego conservadores, después enemigos políticos, y ahora el nuevo calificativo es ‘traidores a la nación’.

Si estas nuevas intentonas no le resultan como él espera, la continuidad de su movimiento, entraría en un momento muy complejo de cara al 2024. Y todo por ensancharse tanto, que la locomotora y los vagones quedaron más grades que el túnel por el que piensan llegar a su destino, y corren el riesgo de atorarse…o descarrilarse.

Aunque en mi barrio, ese dicho, es de otra forma dicho. Algunos lo entenderán.

 

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@JulianParraIba