COMO DECÍA MI ABUELA

El que traiciona una vez… 

A mi abuela le gustaban mucho los pájaros. En su casa había canarios, cardenales, “cotuchitas”, “cotorritos” y ella les brindaba muchísimo amor. Pero “Rito” fue un caso muy especial. Era una guacamaya que a veces la mordía cuando le cambiaba el agua o la comida y entonces mi abuela desarrolló una técnica. Le daba una botella de PET para entretenerlo mientras lo alimentaba, y comentaba -me tengo que poner lista, “el que traiciona una vez, traiciona siempre”.

El martes, colectivas feministas denunciaron la detención ilegal de una mujer, madre y activista por los derechos humanos y de las mujeres a quién se le conoce como Mime. Ella y su menor hija de tan solo 4 años de edad, fueron detenidas en las inmediaciones del metro Chapultepec, lo que ocasionó la movilización de sus compañeras y familiares a fin de localizarlas, ya que la fiscalía tardó más de tres horas en presentarla ante el ministerio público y, posteriormente, cuando la abuela llegó a reclamar a la menor para custodiarla, señaló que se encontraba “como ida”, lo que le pareció extraño, ya que la niña suele mostrarse muy activa y alegre cuando ve a su abuela. Mime fue liberada en la mañana del miércoles gracias al movimiento feminista.

Apenas el 25 de noviembre pasado, la Jefa de Gobierno inició una cacería de brujas contra Alessandra Rojo de la Vega, por el video difundido por el C5 donde ésta se abrazaba con mujeres del llamado contingente negro. Ahora, se acusa falsamente a una mujer, Mime, de violentar a su hija. A dicho de las autoridades, inicialmente esta denuncia fue realizada por una supuesta “señora vendedora de dulces” y, ya al estar en el ministerio público, la versión cambió y se argumentó que la supuesta agresión había sido presenciada por la policía, lo que resulta a todas luces conveniente únicamente para la autoridad al momento de presentar pruebas, ya que la “señora de los dulces” no podría atestiguar algo que no presenció y no fue cierto.

El gobierno de la 4T traiciona. ¿Qué está pasando en la CDMX entre la Jefa de Gobierno y el movimiento feminista? ¿Por qué criminaliza Claudia Sheinbaum a las activistas? En el gobierno de los “Abrazos, no balazos” es permitido el abrazo del más alto mandatario de la nación con la madre de un narcotraficante, pero se criminaliza el abrazo sororo entre mujeres de diferentes contingentes feministas durante una marcha. En la “ciudad de la no represión”, se reprime una y otra vez a quienes ejercen su legítimo derecho a manifestarse contra la violencia e inseguridad que se vive en nuestro país.

Cuando la violencia viene desde las esferas del poder hacia la sociedad, el mensaje es muy claro: alecciona a la ciudadanía sobre la postura que se debe de tomar hacia quienes pelean por sus derechos, basado en la idea de que “eso está mal y merece ser castigado”, a la vez que instituye una amenaza hacia las activistas, “esto es lo que te espera si sigues luchando”.

Así, podemos ver cómo Mime y su familia fueron víctimas de la violencia institucional vicaria en contra de las mujeres, ese daño que se ejerce sobre unos para lastimar a otros que, en este caso también comprende el daño ejercido sobre la hija para lastimar a la madre, el cual es, desde mi opinión, la violencia más agresiva, dura y terrible que se puede ejercer en contra de las mujeres, pues ¿Qué cosa hay más violenta que privar a una niña del cuidado de su madre y de su familia? Y ¿Qué podría dolerle más a una madre qué ignorar el paradero de su hija?

Claudia Sheinbaum es la cara de la indolencia. No le duelen las víctimas luego del accidente del metro, ni le duelen las madres que buscan a sus hijas, ni la lucha feminista que, dicho sea de paso, NO ES UNA MODA, sino producto de la histórica necesidad insatisfecha de una vida digna para las mujeres. Más nos vale recordar, aunque duela, que no todas las mujeres eligen el feminismo y no todas son sororas, también hay mujeres que agreden y violentan a otras mujeres, por lo que les invito a reflexionar sobre la actuación de nuestro gobierno a la luz del dicho que invocaba mi abuela: “el que traiciona una vez, traiciona siempre”.