¿CRECER POR CRECER?

Si observamos situaciones que se han presentado en los días recientes, veremos como los flujos en el mercado laboral están cambiando, y es un proceso al que convendría poner atención para analizar y definir si es necesario adecuar planes de desarrollo –municipal, regional y estatal– a esas circunstancias.

La semana anterior la empresa Palliser, que fabrica en Saltillo muebles para el mercado nacional y de exportación, principalmente salas, abrió módulos de reclutamiento en ejidos de Arteaga, una práctica que ya habían iniciado años antes industrias del ramo automotriz.

La empresa ofrece salarios que promedian los 5 mil 500 pesos mensuales, algo muy similar a lo que se paga a los trabajadores de menor rango en las tareas agrícolas. Emplearse en las plantas les implicará cumplir con la jornada de ocho horas de trabajo, más un estimado de otras tres en traslados.

Estas comunidades rurales se han ido quedando sin mano de obra para la producción agrícola local, un fenómeno que se resiente desde hace varios años y que se ha agudizado con la llegada de modelos, como la agricultura protegida o los invernaderos, que absorben mucho personal.

No hay personal para las tareas en huertas y campos, y entonces hay que buscarlos en comunidades más remotas, y desplazarlos diariamente, con todas las implicaciones que ello conlleva.

La industria va por mano de obra a la zona manzanera, con traslados mínimos de 60 kilómetros, y los fruticultores mueven gente para sus huertas de otros ejidos, incluso de Nuevo León, también en ocasiones con traslados de 50 kilómetros o más.

En determinadas temporadas vienen incluso jornaleros de San Luis Potosí o Hidalgo, que pasan aquí dos meses o más.

Otra situación se presentó esta semana, en Monclova a una jornada de reclutamiento del llamado Servicio Nacional de Empleo acudieron empresas de Nuevo León a ofertar vacantes.

La situación que prevalece en la región Centro no es un secreto, ahí tuvieron una doble crisis al conjuntarse el asedio oficial a Altos Hornos y la pandemia, se perdieron miles de empleo y es el único lugar de la entidad donde no se han recuperado, hay entonces trabajadores en cesantía y en Nuevo León los necesitan.

Esas empresas les están ofreciendo el traslado semanal y el alojamiento en casas compartidas.

Dicen que el hambre es canija, y más el que se la aguanta. Si no hay trabajo donde uno vive, debe buscarse donde lo haya.

Pero ¿ese pragmatismo basta? Estos flujos de trabajadores tienen impacto en la productividad, la economía, y desde luego la sociedad.

Esos tendrían que ser elementos a analizar, a la par que se atiende la prioridad de generar empleos. Buscar alternativas para evitar el caos, sobre todo para que no se detone una mayor descomposición social y se agudicen los problemas asociados a la desintegración familiar.

Hay toda una serie de indicadores como seguridad, estabilidad, productividad y calidad de la mano de obra que apuntalan la promoción económica y el crecimiento, quienes son responsables de estos factores están haciendo bien su tarea, sin embargo ¿quién asumirá lo otro?, ¿quién está visualizando y planeando lo social?

Hay un enorme campo de oportunidad para instituciones como la Universidad Autónoma de Coahuila, que pudieran conjuntar talentos de diferentes especialidades para hacer propuestas que conduzcan hacia una adecuada planeación económica y social, y que algún día podamos hablar de desarrollo y progreso, más que simplemente de crecimiento.

 

edelapena@infonor.com.mx

 

 

 

 

 

 

 

Autor

Eduardo De la Peña de León