Al parecer el gobierno de México se ha comprometido a redefinir recuperar y fortalecer las líneas maestras de su política exterior. Tal vez reaccionando a los profundos cambios que se están produciendo en el mundo, y, sobretodo, en la lógica de que la globalización y apertura ha llevado al país a confrontar nuevos e importantes retos que afectan al conjunto de la comunidad internacional y que por tanto requieren una respuesta regional e incluso global.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presidió el martes 9 del presente la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU en la que nuestro país ha asumido la presidencia mensual del mismo.
En su discurso, López Obrador fijó así su postura: “No vengo a hablar de seguridad como sinónimo de poderío militar ni como argumento para el empleo de la fuerza contra nadie; en cambio, mi planteamiento se basa en lo que postuló ese titán de las libertades, según Pablo Neruda, que fue el presidente Franklin Delano Roosevelt, cuando se creó la Organización de las Naciones Unidas: el derecho a una vida libre de temores y miserias, que sigue siendo el más sólido fundamento de la seguridad para todas las sociedades y los Estados”.
Y en su diagnóstico destacó: “El principal problema del planeta es la corrupción en todas sus dimensiones: la política, la moral, la económica, la legal, la fiscal y la financiera; sería insensato omitir que la corrupción es la causa principal de la desigualdad, de la pobreza, de la frustración, de la violencia, de la migración y de graves conflictos sociales”.
Y agregó: “Estamos en decadencia porque nunca antes en la historia del mundo se había acumulado tanta riqueza en tan pocas manos mediante el influyentismo y a costa del sufrimiento de otras personas, privatizando lo que es de todos o lo que no debe tener dueño; adulterando las leyes para legalizar lo inmoral; desvirtuando valores sociales para hacer que lo abominable parezca negocio aceptable”.
Y propuso la opción de los pobres. “Optar por los pobres implica, adicionalmente, asumir que la paz es fruto de la justicia y que ningún país puede ser viable si persisten y se incrementan la marginación y la miseria. Por ello, sostenemos que la solución de fondo para vivir libres de temores, riesgos y violencia, es acabar con el desempleo, favorecer la incorporación de los jóvenes al trabajo y al estudio, evitar la desintegración familiar, la descomposición social y la pérdida de valores culturales, morales, espirituales”.
El presidente afirmó que con ese criterio México está enfrentando el fenómeno migratorio. “Las acciones fundamentales no son las coercitivas sino las que incorporan a todas las personas al estudio, al trabajo, a la salud y al bienestar en los lugares en los que nacieron o residen, de modo que no se vean obligadas a abandonar sus pueblos por hambre o violencia y que únicamente emigren quienes deseen hacerlo: que la migración sea opcional y no forzosa; una decisión individual y no un fenómeno de proporciones demográficas”.
En ese tenor, López Obrador señaló: “Hace poco le expuse respetuosamente al presidente Biden una nueva forma de enfrentar el fenómeno migratorio: sin ignorar la necesidad de ordenar el flujo, de evitar el descontrol y la violencia y garantizar los derechos humanos; le propuse aplicar de inmediato en tres naciones hermanas dos programas que nosotros estamos llevando a cabo con éxito en Chiapas, estado vecino de Centroamérica”.
Y así planteó al Consejo: “Pienso que estas propuestas deben ser aplicadas por la ONU a fin de ir al fondo de los problemas en los países pobres. Es necesario que el más relevante organismo de la comunidad internacional despierte de su letargo y salga de la rutina, del formalismo; que se reforme y que denuncie y combata la corrupción en el mundo; que luche contra la desigualdad y el malestar social que cunden en el planeta. Con más decisión, profundidad, con más protagonismo, con más liderazgo”.
El 18 de noviembre en el marco de la IX Cumbre de Líderes de América del Norte, ante el Presidente de Estados Unidos de América, Joseph Biden y el
Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, López Obrador inició reconociendo: “No cabe duda que la firma y la ratificación del Tratado de México, Estados Unidos y Canadá ha sido una acertada decisión en bien de nuestros pueblos y naciones”.
Lo argumentó diciendo que “la integración económica, con respeto a nuestras soberanías, es el mejor instrumento para hacer frente a la competencia derivada del crecimiento de otras regiones del mundo, en particular, la expansión productiva y comercial de China. No olvidemos que mientras Canadá, Estados Unidos y México representamos el 13 por ciento del mercado mundial; China domina el 14.4 por ciento. Y este desnivel viene de hace apenas 30 años, pues en 1990, la participación de China era de 1.7 por ciento y la de América del Norte del 16 por ciento”.
“De mantenerse la tendencia de la última década, en otros 30 años, para el 2051, China tendría el dominio del 42 por ciento del mercado mundial y nosotros, Estados Unidos, México y Canadá nos quedaríamos con el 12 por ciento; lo cual, además de ser una desproporción inaceptable en el terreno económico, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza, lo cual nos pondría en peligro a todos. Por eso, lo mejor, lo más conveniente, es fortalecer nuestras economías, fortalecernos comercialmente en América del Norte y en todo el continente”.
Al tratar el tema migratorio el presidente de México le externo un reconocimiento al Presidente Biden diciéndole que “ningún mandatario en la historia de Estados Unidos ha manifestado, como usted, un compromiso tan claro e inequívoco para mejorar la situación de los migrantes y le expreso, por ello, mi reconocimiento. Me refiero particularmente a su promesa de regularizar la situación migratoria de 11 millones de personas que viven y trabajan honradamente en esta gran nación”.
“Deseo que usted cuente con el apoyo del Congreso y de los legisladores, tanto del Partido Demócrata como del Partido Republicano. Los mexicanos estaremos atentos, y en su momento, nos pronunciaremos con respeto y franqueza, y también sabremos corresponder con gratitud y amistad”.
La actividad en el exterior del presidente refleja un renovado activismo en política diplomática, encaminada a la gestión, contención y solución de los conflictos derivados de nuestra vida global común.
Hoy se debe tener claro, por ejemplo, que la Organización de las Naciones Unidas y la red de organismos internacionales universales y regionales, aún con sus defectos, representan una esperanza para afrontar con éxito algunos retos globales como el de la seguridad.
Por lo tanto, la suma de esfuerzos de los países miembros deberá consistir en reforzar y potenciar esos mecanismos multilaterales; no en erosionarlos, subvertirlos o desnaturalizarlos.
Debemos asumir que el mundo será más seguro si conseguimos reforzar los instrumentos multilaterales de promoción de los derechos humanos, además de los de cooperación en materia económica y de seguridad, entre otras cosas.
José Vega Bautista
@Pepevegasicilia
josevega@nuestrarevista.com.mx
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