Sin caminito a la escuela, los niños cambian a sus maestros por el control de la televisión
Todo indica que, al menos por lo que resta del año, los niños no recorrerán el caminito a la escuela y no llevarán sus libros bajo el brazo. Las clases, lo anunció recientemente el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, iniciarán el próximo 24 de agosto de la misma manera que concluyeron en junio pasado: a distancia.
Si bien algunas entidades, como es el caso de Coahuila, permitirán clases presenciales escalonadas en escuelas particulares, lo cierto es que la mayoría de los estados se alinearán a la política que ha establecido el Gobierno de la República. La SEP, en voz de su titular, ha dicho que no será hasta que el semáforo cambie a color verde, cuando las autoridades podrán establecer los criterios para la reapertura de los centros escolares.
Por su parte, los estados que integran la llamada Alianza Federalista, rechazaron al semáforo epidemiológico federal, negando su utilidad como el indicador para determinar el regreso a clases. En cambio, en la más reciente reunión celebrada por este grupo en la ciudad de Torreón, Coahuila, dijeron que establecerían su propio sistema de indicadores, respecto a los cuales, cabría la posibilidad de explorar el retorno a las aulas aún sin la concurrencia del color verde sugerido por la SEP. Al momento, no se conoce la propuesta que estas entidades federativas llevarán a la mesa educativa nacional.
Así que, por lo pronto, a partir de la próxima semana, en todo el país la rutina de los estudiantes será exactamente igual a la efectuada en los últimos tres meses del ciclo escolar anterior: levantarse y caminar hacia el sillón de la sala; posteriormente, encender la televisión, sintonizar el canal de la SEP y tomar nota; en seguida, esperar el mensaje de texto cuyo maestro le enviará con el propósito de asignarle algunas actividades con la cuales practicará lo descrito en la pantalla; por último, si cuenta con una computadora con acceso a Internet, realizará ciertas acciones educativas autodidactas para afianzar lo aprendido durante la transmisión televisiva.
Entonces, después de algunas semanas de receso escolar, el modelo educativo a distancia que instrumentará la autoridad educativa federal y que replicará la mayoría de las entidades federativas, se repite con una variante. Será de nueva cuenta la televisión la herramienta estrella para asegurar los aprendizajes de los estudiantes, sólo que en esta ocasión se aprovechará la omnipresencia de los grandes canales de televisión privados para garantizar una mayor cobertura en las transmisiones.
Se trata, sin embargo, de una apuesta educativa incierta o, por lo menos, incompleta. Se aprecia que en la estrategia televisiva el maestro resulta complementario, cuando, en mi opinión, debería ser al revés.
Es decir, en la vertiente opuesta, al maestro le correspondería ubicarse en el centro de la estrategia de enseñanza a distancia. La experiencia y el conocimiento que tiene de las fortalezas y estilos de aprendizaje de sus alumnos, lo convierten en líder educativo insustituible para asegurar el máximo logro académico de los niños y jóvenes.
Los programas televisivos, por lo tanto, deberían estar al servicio del profesor, quien, con el apoyo de otras herramientas, entre las cuales se encuentran los dispositivos electrónicos, la interacción por medio de plataformas y los libros de texto, sería el encargado de la gestión de los contenidos que le correspondería abordar a cada uno de sus estudiantes.
Las autoridades educativas, no obstante, centraron la solución en la televisión. Engrandecieron el anuncio que daría paso a las cadenas nacionales privadas para la difusión de los contenidos oficiales. Queda la impresión, consecuentemente, que a la figura del maestro y a su liderazgo educativo se le dejó tras bambalinas, como si fuera parte de la producción televisiva y no el protagonista de la educación a distancia y del aprendizaje de sus alumnos.
No descarto, empero, la utilidad de la programación televisiva, en especial a la vista de la insuficiente cobertura de Internet y a la falta de acceso a dispositivos electrónicos de una considerable cantidad de alumnos. Como medio masivo, la televisión puede marcar la diferencia para no interrumpir el aprendizaje en el contexto de la crisis de salud.
Sin embargo, considero que la estrategia debió iniciar capacitando, acompañando y proporcionado las herramientas digitales a los maestros. Sabemos que la interacción alumno-docente no podrá ser sustituida jamás, ni siquiera por un programa de televisión cuyos protagonistas sean los más grandes pedagogos de la actualidad.
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