RUBÉN OLVERA MARINES
A finales de febrero, Salvador Hernández Vélez se convertirá en el decimotercer rector de la Universidad Autónoma de Coahuila desde que obtuvo su autonomía en 1973; el primero de ellos que es oriundo de La Laguna.
No es casualidad. Tampoco hay lugar para supersticiones. Ni azar ni muletillas numéricas. Al interior de los recintos universitarios y la academia, ni se juega a los dados ni el trece simboliza mala suerte.
La próxima elección de Salvador Hernández como rector de la UA de C tiene un significado más estratégico, razonado, que hermético. Será, en todo caso, un acomodo hacia el orden natural de las cosas. Veamos por qué.
Como ya lo dije en otra ocasión, después de dos décadas de avanzar en línea recta, los universitarios advirtieron el aviso de vuelta: se percataron de que hay un mundo allá afuera, dinámico, competitivo y desprovisto de líderes formados en las aulas universitarias, sensibles frente a la problemática social, transformadores de su entorno. Intuyen perfectamente que las islas académicas como en la que la UA de C se había convertido, se extinguen a .paso acelerado. Apreciaron que avanzaban, pero no a la velocidad con la que Coahuila y el mundo se desplazan. Valoraron las transformaciones emprendidas durante los últimos veinte años, pero reclaman ser participes en la redefinición de los objetivos y de la visión organizacional de la máxima casa de estudios. Los universitarios no se cansan de caminar, pero seguro les gustaría ajustar el rumbo.
Y esto es el verdadero significado del número trece: cambio, principio, comienzo. Sin cábalas.
La comunidad universitaria no suele dar saltos al vacío. A lo largo de los últimos años optó por la estabilidad y el cambio gradual, a excepción de la elección en donde el ex rector Blas Flores Dávila se reeligió; en esa ocasión, en no pocas escuelas y facultades, el hoy secretario de Finanzas de Coahuila, aun sin opositor, no ganó. La comunidad de esas instituciones votaron por el no, se decantaron por nuevas elecciones –sin contar el abstencionismo−. Indicador inequívoco de una legítima aspiración de cambio.
Estoy seguro que Salvador Hernández, acostumbrado a no improvisar y a escuchar con escrupulosidad las inquietudes de los universitarios, aun cuando su posible competidor, el tesorero Francisco Osorio Morales, decidió no participar en la contienda por la rectoría del próximo mes, pondrá en marcha una intensa campaña (como si estuviera abajo en las encuestas) de acercamiento con todas las escuelas y facultades. La propuesta que desean escuchar los universitarios se anuncia clara y concreta: “sabemos hacia dónde ir, sólo díganos que usted puede hacer realidad el cambio”.
No creo que la aspiración de Salvador Hernandez estuviera del todo determinada por la llegada de otro lagunero al gobierno de Coahuila. ¿Ayuda? Sí, pero te aseguro que con Miguel Riquelme o sin él, hubiera buscado la rectoría, porque lo saben bien sus cercanos, cuenta con los suficientes apoyos y la propuesta de modernización universitaria para hacerlo.
El orden natural de los universitarios es la renovación, comenzar de nuevo todos los días. Con una acepción: en la UA de C les agrada hacerlo con armonía.
El nuevo Rector tendrá que echar mano de todos esos instrumentos que lo han llevado a mantenerse vigente en la política, para hacer realidad el cambio ordenado que demandan los universitarios: diálogo, empatía y firmeza en la toma de decisiones.
Tu Opinión:olveraruben@hotmail.com
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