La muerte del marketing intuitivo: por qué ahora todo debe medirse

Durante años, el marketing fue un arte guiado por la intuición. Las decisiones se tomaban con base en la experiencia, el olfato comercial o la inspiración creativa. Pero esa época terminó. Hoy, el verdadero poder está en los datos: en lo que se puede medir, comparar y optimizar.

Por ello, el marketing analytics se ha convertido en el nuevo idioma de las marcas. Ya no se trata de tener buenas ideas, sino de saber si esas ideas generan resultados. Las métricas no son una carga administrativa: son la brújula que diferencia a las empresas que crecen de las que solo intentan sobrevivir.

La intuición sigue existiendo, pero los datos mandan

La intuición no ha desaparecido; simplemente perdió el monopolio de las decisiones. En el pasado, las marcas confiaban en corazonadas: lanzar una campaña por “sentimiento de oportunidad” o ajustar precios por “percepción del mercado”.

Hoy, esas decisiones se someten a evidencia. Las plataformas digitales permiten medir con exactitud qué anuncios funcionan, qué audiencias responden y cuánto cuesta cada conversión. Ya no se puede justificar una estrategia con un “creo que funciona”: hay que demostrarlo.

El nuevo perfil del marketero: analista y estratega

El profesional de marketing moderno necesita dominar algo más que la creatividad. Debe interpretar datos, conectar herramientas, visualizar tendencias y traducirlas en acciones. Saber leer un panel de control, cruzar indicadores y entender embudos de conversión se ha vuelto tan importante como redactar un copy o diseñar una pieza visual.

El marketing intuitivo veía la creatividad como el destino. El marketing medible la ve como el punto de partida. A partir de ahí, todo se prueba, se compara y se mejora.

Todo se mide (y lo que no, deja de existir)

Cada acción dentro del ecosistema digital genera información:

  • El tiempo que un usuario pasa en una página.
  • El porcentaje de clics en un anuncio.
  • Las horas con mayor conversión.
  • Los productos con mayor tasa de abandono.

Esa información es oro puro. Permite optimizar campañas, mejorar la experiencia del cliente y anticipar tendencias. Las empresas que no la usan, en cambio, siguen gastando en estrategias que no saben si funcionan.

Medir ya no es una opción. Es una condición para competir.

Decisiones basadas en evidencia: el nuevo ADN empresarial

Las compañías que adoptan el marketing basado en datos dejan de depender de la suerte. Comienzan a experimentar, probar hipótesis y tomar decisiones que responden a resultados reales.

Un producto que no se vende deja de ser un misterio: los datos revelan si el problema es el precio, la segmentación o el canal. Una campaña que no convierte ya no se evalúa por diseño, sino por comportamiento de usuario.

La evidencia reemplaza al instinto. Y en ese cambio se construyen empresas más eficientes, más precisas y más rentables.