Advierten sobre efectos negativos de cabecear la pelota en el fútbol

 (Xinhua/Li Ming) 

Sídney, Australia.- Hacer rebotar una pelota de fútbol en la cabeza altera el cerebro de una persona, incluso si no resulta en una conmoción cerebral, reportaron los investigadores en su más reciente edición de la revista ‘Sports Medicine-Open’.

El equipo científico examinó a 15 jugadores masculinos que fueron sometidos a una rutina de 20 cabezazos en un lapso de 20 minutos, utilizando una máquina que lanzaba pelotas a velocidad constante. Para comparar, los mismos participantes realizaron una ronda de práctica sin cabeceos, solo con disparos con el pie.

Mediante resonancias magnéticas, los investigadores observaron una química cerebral modificada en regiones encargadas del movimiento corporal y una disminución en la conductividad eléctrica de la materia blanca, el tejido que conecta distintas partes del cerebro. Simultáneamente, los análisis de sangre evidenciaron niveles elevados de proteínas como la GFAP y la NFL, marcadores relacionados con lesiones cerebrales y riesgo de demencia.

“Incluso los cabeceos rutinarios, sin síntomas visibles, pueden provocar cambios sutiles en el cerebro”, advirtió Danielle McCartney, una de las principales investigadoras del estudio.

“El siguiente paso es entender si estos cambios se acumulan con el tiempo, y lo que eso podría significar para la salud de los jugadores a largo plazo”, continuó McCartney. “Mientras tanto, nos sumamos a los llamados para que los jugadores de fútbol tengan cuidado y tal vez consideren si es necesario cabecear mucho, particularmente en los entrenamientos”.

“Este estudio no demuestra que cabecear cause demencia”, aclaró Nathan Delang, coautor del estudio. “Pero sí se evidencia que puede generar interrupciones microscópicas en las células cerebrales”.

Los investigadores anotaron que algunos países, entre ellos Estados Unidos y el Reino Unido, están introduciendo gradualmente restricciones sobre el cabeceo, lo que incluye prohibir la práctica entre los jugadores jóvenes.

Los autores del estudio instan a considerar limitaciones en los entrenamientos y fomentar una evaluación más profunda sobre los patrones de exposición que podrían desencadenar efectos neurológicos a largo plazo.

Mientras continúan las investigaciones, la comunidad deportiva y médica se enfrenta a un dilema: cómo equilibrar la pasión por el fútbol con la protección de la salud cerebral de los jugadores. (EL HERALDO)

 

https://sportsmedicine-open.springeropen.com/articles/10.1186/s40798-025-00867-0