La noche de este miércoles, en la Taberna “El Cerdo de Babel”, el historiador y catedrático de la Universidad Autónoma de Coahuila (UA de C), Carlos Recio Dávila, presentó su conferencia “Espectros y Tesoros de Saltillo”, desde la que expuso una investigación empírica y documental en torno a fenómenos paranormales en la capital coahuilense.
Entre las leyendas que mostró ante su audiencia se encontró la de “La Niña de Camporrendo” que, de acuerdo con un velador de la Unidad Camporrendo de la UA de C y testimonios de estudiantes que han caminado de noche por el lugar, se aparece pidiendo que la lleven a su casa.
Otra fue la del “Niño del Maní”, que se gestó desde el extinto Hotel de la Plaza, frente a la Plaza de Armas, donde, según la tradición oral local, perdió la vida al asfixiarse con lo que podría haber sido un maní o un dedal, y que desde entonces su alma vaga por las inmediaciones del lugar. En este segmento, el conferencista presentó una fotografía en la que supuestamente aparece un niño en lo alto de un mueble tras una barra de bar, mismo que podría tratarse del fantasma del protagonista de esta leyenda.
Habló también de “Los Niños Quemados”, quienes la leyenda sugiere que murieron calcinados luego de que su madre prendiera fuego a su vivienda, una propiedad de adobe en el cruce de Múzquiz y General Cepeda. Según relatos de entrevistados por Recio Dávila, los infantes pueden verse jugar en el Panteón de Los Pinos, al sur de Saltillo, donde fueron sepultados.
En palabras del ponente, Saltillo es una ciudad rica en leyendas gracias a su tradición oral que se conjunta con las creencias populares y tópico general de la humanidad de querer adentrarse a lo desconocido y buscar una explicación más allá de lo ordinario a fenómenos como pudieran ser apariciones de ultratumba o de seres inmateriales.
“Lo sobrenatural está presente siempre, decían los Alquimistas, en la época del Renacimiento, que la realidad está compuesta por tres capas y las leyendas pertenecen a la capa más profunda. Comparaban los alquimistas con una nuez de Castilla, esta rugosa, redonda; la cáscara de la nuez es lo que todos vemos, es el sentido común, es lo perceptible lo que todo mundo ve, pero al romper la nuez hay una capa intermedia y eso a los que acceden los científicos y los sabios”, platicó con El Heraldo de Saltillo.
“Pero muy poca gente logra introducirse al corazón de la nuez, conocer la esencia de las cosas, y eso es lo que llaman lo esotérico, lo que está dentro. Hay algo más siempre que la realidad observable, que la realidad empírica, hay cosas que no podemos explicarnos y entre ellos estas apariciones de espectros, de fantasmas”. (OMAR SOTO)
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