Monterrey, NL.-La pérdida de un familiar, un amigo o de alguna persona cercana es una experiencia dolorosa capaz de alterar no sólo las emociones, sino también la perspectiva de la vida misma.
Puede parecer difícil encontrar consuelo y es normal sentir que las palabras de aliento no alivian, pero hay formas para coexistir con la ausencia de alguien, afirman expertas en tanatología, disciplina que estudia el proceso de la muerte y el duelo.
La psicoterapeuta Vereniz Moguel Robles, directora del Instituto Integral de Tanatología, afirma que el luto es necesario para transitar “lo que fue a lo que será” y construir una nueva realidad.
“Es importante saber que el duelo ‘duele’; la intensidad depende de lo perdido y de quien lo vive”, dice la experta.
“Y este es el primer paso: reconocer las emociones y el dolor, conectarse con que lo perdido era importante y que, al ya no tener a la persona, impacta emocionalmente y que eso es natural, ya que hacer lo contrario, reprimir emociones, va a impedir transitar ese dolor y sólo lo enquista o disminuye la calidad de vida emocional”.
El segundo paso, explica Moguel, Doctora en Tanatología, es pedir ayuda.
“Cuando el entorno no permite vivir conscientemente y congruentemente la pérdida, es clave buscar apoyo para transitar de forma correcta y adquirir habilidades para gestionar emociones, pensamientos, conductas, síntomas que acompañan y son parte del duelo. Es un dolor integral”.
Comparte una frase: “Todos aprendemos a través del dolor, pero sanamos sólo a través del amor”.
Alicia Hinojosa, presidenta ejecutiva de SAK Fundación, dedicada a atender problemáticas emocionales, coincide con Moguel y afirma que todos los duelos son diferentes, por lo que se tiene que tomar en cuenta a la persona y su ambiente.
“El duelo es un proceso que, aunque difícil, también puede llevar a una profunda reflexión y crecimiento personal”, señala.
“Con apoyo, tiempo y autocuidado es posible encontrar un equilibrio nuevamente”.
Además de permitirse sentir dolor, hablar sobre la pérdida y cuidarse físicamente (alimentarse y dormir bien, ejercitarse), la especialista recomienda buscar ayuda profesional cuando el duelo es demasiado intenso o prolongado.
“La ayuda profesional puede aportar herramientas que no siempre encontramos en nuestro entorno cercano”, comenta.
TIPOS DE DUELO
Hinojosa afirma que el duelo toma matices distintos cuando proviene de una muerte esperada, una trágica o imprevista y ante el fallecimiento de alguien joven.
Las emociones pueden ir desde dejar a la persona en estado de incredulidad, negación e impotencia, cuando es inesperada; de injusticia y enojo al ser trágica, o de pérdida de futuro y sueños por la partida de alguien joven, sea un hijo, hermano o amigo.
También es común que la tristeza se intensifique en fechas significativas, dice la presidenta de SAK Fundación.
Moguel concuerda: es diferente el duelo ante un fallecimiento por una enfermedad terminal, en donde se permite al paciente y a la familia conectarse con la inminente despedida, aunque esto no quiere decir que no duela.
“Esa gradualidad permite abrir una consciencia de la muerte”, dice.
La muerte repentina o trágica suma posiblemente estrés postraumático, lo que vuelve complicado el duelo e incluso se puede volver patológico si no hay atención profesional.
“Un terapeuta tanatólogo puede ayudar a cada paciente a transitar su pérdida contemplando siempre las características individuales, como personalidad del doliente, tipo de apego, forma del vínculo o tipo de fallecimiento”.
QUÉ NO DECIR
Moguel destaca que las condolencias mal expresadas podrían agudizar el duelo.
“Es importante saber que vivimos en una sociedad que niega a la muerte y, al hacerlo, no nos prepara para enfrentarla, por lo que, cuando sucede, se activa lo que se cree que debe funcionar ante este suceso.
“Entonces comenzamos a utilizar frases que nada tienen que ver con la vivencia del doliente y que no ayudan, pero sí agudizan el dolor: decir cosas como ‘no llores’, ‘ya está descansando’, ‘Dios así lo quiso” y ‘ahora tienes un ángel en el cielo’ puede sonar bonito, pero para quien está viviendo la pérdida incrementa su dolor”.
Hinojosa reconoce que estas expresiones, aunque bienintencionadas, pueden causar incomodidad e incluso mayor dolor.
“Hay otras como ‘sé cómo te sientes’, ‘todo pasa por algo’, ‘está en un lugar mejor’ y ‘“La vida sigue’”, enumera. “Dar consuelo no siempre requiere palabras ‘perfectas’: a veces basta con una presencia silenciosa o simplemente decir: ‘Lamento mucho tu pérdida y estoy aquí para ti’.
“En momentos de duelo, la empatía y el acompañamiento sincero valen más que cualquier frase bien intencionada”.
Moguel apunta que como sociedad es importante “tanatoeducarse” (educarse en tanatología) y saber que un duelo es emocional, no intelectual, por lo que a veces no decir nada es lo mejor para acompañar a quien vive una pérdida.
“Acompañar en silencio, escuchar con dignidad y respeto, no criticar, no enjuiciar, no dar consejos, mostrar disponibilidad sobre todo después de los rituales funerarios, ya que es cuando inicia el verdadero duelo”, comenta.
UNA MANERA DE VIVIR
Moguel, directora del Instituto Integral de Tanatología, afirma que es importante construir una cultura en donde se acepte a la muerte como el final natural y, para ello, es importante adquirir conocimientos y habilidades para enfrentarla de mejor manera.
“Hemos avanzado: cada día las personas conocen más sobre esta nueva manera de vivir”, dice.
“Esto implica emociones como luchar contra mitos como ‘Si me preparo para morir es que me quiero morir’ o ‘La estoy llamando’, pero si abrimos nuestra conciencia a la realidad, a la vulnerabilidad, a la impermanencia, y planeamos nuestra vida en base a esta, todo se vive de manera diferente, con más consciencia, humanismo y sabiduría”.
Hinojosa dice que los rituales de duelo se han simplificado, lo que beneficia.
“Las ceremonias tienden a ser más personalizadas y adaptadas a los deseos del fallecido o de la familia, alejándose de los rituales tradicionales rígidos”, expresa.
“Cada vez se valoran más las despedidas íntimas y se experimenta con diferentes formas de honrar la vida como celebraciones de vida, esparcimiento de cenizas en lugares significativos o servicios más informales”.
El duelo, agrega, es un proceso que, aunque difícil, también puede llevar a una profunda reflexión y crecimiento personal.
“Con apoyo, tiempo y autocuidado es posible encontrar un equilibrio nuevamente”, comenta. (AGENCIA REFORMA)
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