PREFIERO CAUSAR MOLESTIAS DICIENDO LA VERDAD, QUE CAUSAR ADMIRACIÓN DICIENDO MENTIRAS

El 30 de septiembre de 2020 falleció Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino en su ciudad natal Mendoza, en Argentina. Quino que era un experto en el uso de la ironía, la vida a su vez le jugó una, pues falleció justo un día después del aniversario de la primera publicación de su tira más emblemática: Mafalda. Padre e hija entrelazaron sus dos más importantes aniversarios: el de la muerte del padre, y el nacimiento de la hija.

La primera tira de Mafalda dio a luz un 29 de septiembre de 1964, en la revista Primera Plana, en ella se ve plasmada la vida de una familia normal, típica de la Argentina de los años 60, y fue para Quino el medio por el cual, con un gran humor, y hasta cinismo nos transmitió su profunda visión y análisis de lo absurdo que puede ser como vivimos la vida diaria. Ciertamente, esta tira que dejó de publicarse el 25 de junio de 1973, no deja de ser vigente, pues, aunque dista ya más de 50 años de nosotros, parece que su contenido y mensaje sigue siendo actual.

Yo leía en el periódico las graciosas historietas, donde una niña decía frases, que con sencillez, transmitían grandes verdades; y pensaba que cada semana sacaban una nueva, pero fue en la secundaria, cuando la maestra Olga Ester nos puso a estudiar esta tira, donde me enteré que ya no era publicada, pues su autor dijo “que ya se le habían acabado las ideas”. La maestra nos comentó que Quino penetraba y cuestionaba la miseria y lo absurdo que puede ser la condición humana, pero lo hacía con humor, con gracia.

Fue precisamente por este humor fino, que yo no captaba la visión pesimista de la realidad que tenía Quino (el padre de Mafalda), y aunque no comparto esta visión negativa de la vida, reconozco que Quino fue un genio en desenmascarar el problema de la burocracia, los errores en el ejercicio de la autoridad, el tiempo y los recursos mal utilizados, pero sobre todo la estrechez de visión de futuro porque no se vive el presente sin aprender del pasado. No me imagino las historias que hubiera vivido Mafalda, en la sociedad que vivió su padre en sus últimos años.

Mafalda no estaba sola, tenía a su papa y a su mama, de los que nunca se dijo ni sus nombres ni apellidos, tenía a su hermanito Guille y a sus amiguitos, Felipe, Susanita, Miguelito, Manolito; todos con su personalidad muy bien definida; Mafalda tenía una familia, tenía sus fuertes relaciones interpersonales, que al leerlas es imposible no llenarnos de cariño y simpatía por cada uno de ellos, y por qué no, vernos a nosotros mismos representados en ellos, en sus fallas y limitaciones, y me atrevo a decirlo: vernos honestamente que al igual que ellos, somos víctimas de nuestra propia estupidez.

Mafalda no se quedó atrapada en las páginas de los periódicos y revistas, saltó al mundo digital, está presente en eBook, tiene sus cuentas oficiales en las principales redes sociales, y hasta una aplicación, donde sus frases célebres y agudezas siguen resonado sin temor de decir la verdad, aunque esta moleste.