Ciudad de México.- Frente a la larga y desesperanzadora lista de espera para recibir un trasplante en este País, la asombrosa capacidad regenerativa del hígado plantea una importante oportunidad.
Así como una persona sana dona uno de sus riñones a algún paciente que lo necesite, y ambos viven luego de ello, algo similar puede hacerse con el hígado, a pesar de que el organismo sólo cuente con uno. ¿Cómo es posible esto?, tomando únicamente una porción de dicho órgano, lo cual se conoce como trasplante hepático de donador vivo.
“Es un procedimiento mediante el cual un donante sano dona una parte de su hígado a un paciente que sufre una enfermedad hepática terminal. Se toma quirúrgicamente una porción del hígado del donador, y se implanta en el receptor en cuestión de minutos”, detalla a REFORMA el médico cirujano Eduardo Fernandes, miembro del centro médico Cleveland Clinic, en Estados Unidos.
“Tanto la parte restante del hígado del donante como el injerto trasplantado volverán a crecer en un corto periodo de tiempo -días o semanas- para proporcionar la función necesaria en ambos individuos”, agrega el especialista egresado de la Universidad de Roma La Sapienza, y quien ha realizado alrededor de 200 trasplantes de hígado.
¿Qué es lo que permite la regeneración de este órgano?
La regeneración del hígado es un proceso complejo y ha sido estudiado por muchos años. En buena medida, sigue siendo un misterio.
Lo que sabemos es que una compleja red de factores de crecimiento hormonal se activa cuando el cuerpo “siente” que se ha perdido una parte del hígado.
Es de vital importancia para el cirujano que realiza el trasplante entender este proceso, especialmente en lo que respecta a la cantidad de tejido hepático que se puede extraer de forma segura de un donante, y que sea del tamaño adecuado para el receptor.
De acuerdo con la American Liver Foundation, el porcentaje de hígado que se extrae depende de la edad y el tamaño de la persona que reciba el trasplante. Es decir, si el receptor es un adulto, se toma poco más de la mitad del órgano; si el trasplante es para un menor, se extrae una cuarta parte.
Identificar la cantidad exacta de hígado a remover, a partir de la apropiada comprensión de la anatomía de donante y receptor, es parte de los desafíos adicionales que implica este tipo de trasplante a diferencia de la donación cadavérica, cuando se trasplanta el hígado completo de una persona que ya no está viva.
“El punto clave del proceso es comprender la idoneidad y el tamaño de la porción de hígado que se extraerá de un donante”, refrenda Fernandes.
“No hay ningún escenario particular que justifique un trasplante de donante vivo en lugar de uno cadavérico. Casi cualquier paciente con enfermedad hepática terminal puede buscar un trasplante a través de donación en vida”, continúa el médico cirujano. “Uno de los requisitos es que el donante y el receptor tengan grupos sanguíneos compatibles”.
De ahí que entre los propios familiares de un paciente pueda haber candidatos para la donación, que se realiza en un proceso paralelo donde, por un lado, se toma del donante la porción necesaria de hígado a través de una incisión en el abdomen, mientras que en un quirófano próximo se le retira al receptor el órgano enfermo.
Los médicos conectan los vasos sanguíneos y los conductos biliares al nuevo hígado, que comenzará a crecer rápidamente hasta alcanzar el volumen y la función hepática normal.
“El proceso de regeneración del hígado comienza de inmediato. Las hormonas estimularán factores de crecimiento que enviarán señales al hígado para que se regenere, y es capaz de hacerlo hasta el 80 por ciento de su tamaño original. Esto suele lograrse en un plazo de tres meses”, apunta Fernandes.
“Durante ese tiempo, es importante llevar una vida saludable, evitando medicamentos que puedan dañar el hígado, y realizar una dieta balanceada con aporte de proteínas, carbohidratos y grasas que son necesarias para promover la salud”, añade el experto de Cleveland Clinic, instancia que realiza 70 trasplantes de hígado al año, y que cuenta con el único programa en Florida de donación en vida.
Entre los beneficios de esta forma de trasplante está el que las personas que reciben parte del hígado de un donante vivo suelen tener mejores índices de supervivencia a corto plazo.
¿Y en México?
El primer trasplante de hígado de donante vivo, relata Fernandes, fue realizado en Australia por el médico Russel Strong, en 1989.
“Tuvieron que pasar 26 años desde el primer trasplante de hígado completo hasta lograr con éxito un trasplante de hígado parcial”, destaca el especialista de Cleveland Clinic, quien reconoce que actualmente no se trata de un procedimiento habitual en todo el mundo.
“En Estados Unidos, los trasplantes de hígado de donante vivo no se ofrecen en todos los centros médicos, pero sí en la gran mayoría de las grandes instituciones académicas”.
En México, donde al día de hoy (16 de septiembre) 226 personas esperan por un trasplante de hígado -de acuerdo con datos del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra)-, el primer trasplante hepático de donador vivo exitoso se realizó en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, en 2001.
En 2020, todavía en plena contingencia por el SARS-CoV-2, médicos del IMSS en Jalisco trasplantaron a un menor de apenas 2 años un segmento del hígado de su madre. Y una instancia como TecSalud también ha comenzado a impulsar este procedimiento como una alternativa a la falta de donadores de órganos en el País.
La Fundación Mexicana para la Salud Hepática refiere que en el territorio nacional los trasplantes hepáticos de donantes vivos a adultos son pocos debido a los riesgos que implica. Y que si bien en infantes la cifra es mayor, en realidad siguen siendo mínimos los casos en comparación con el número de trasplantes por donación cadavérica.
El 26 de septiembre próximo se conmemora el Día Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos, y ante la insuficiencia que afecta a quienes esperan un hígado, un riñón -más de 16 mil personas, según Cenatra-, una córnea -más de 2 mil 800- u otro órgano o tejido, hallar nuevas alternativas es cuestión de vida o muerte.
“La donación en vida ciertamente ha fomentado la cultura de la donación”, subraya Fernandes.
“Es, por supuesto, un tema delicado ya que implica una intervención quirúrgica compleja en un individuo sano”, admite el experto. “(Pero) abogamos por que todas las personas se conviertan en donantes de órganos. Un solo donante puede salvar muchas vidas”. (AGENCIA REFORMA)
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