El Charro Negro
En esta ocasión te platico de cuando en el campo de nuestra hermosa ciudad de Saltillo se apareció el diablo, Satanás, el demonio a veces conocido aquí en México como “El Charro Negro”.
Déjeme decirle estimada y estimado Saltillense que hace algunos días tuve la oportunidad de platicar vía WhatsApp con don Manuel, papá de mi amigo Ober Ulloa. Don Manuel es uno de esos hombres que siguen siendo de campo, hombre sabio y trabajador, que por sus andadas además de ser conocido, conoce a mucha gente.
Un amigo de él, de nombre Mariano Castillo, quien es oriundo de la comunidad de San Blas, muy cerquita de Derramadero, en cierta ocasión se fue de fiesta con sus amigos y a cierta hora de la noche, como era de esperarse, se acabaron el vino, la cerveza y las bebidas espirituosas. Los amigos convencieron a Mariano de que fuera por más bebidas a Derramadero, pues el recorrido era de tan sólo un kilómetro y medio, siendo lo más complicado cruzar un arroyo.
Mariano —más a fuerzas que con ganas— partió rumbo a Derramadero; al llegar al arroyo lo bajó y cuando lo subió divisó a un hombre vestido de negro, quien estaba montado en un caballo del mismo color. Llamando al caminante por su nombre, le dijo que él lo llevaría por las bebidas para que así regresara más pronto, a lo que Mariano sin dudarlo se subió en las ancas del corcel, pensando que se trataba de algún conocido de aquellos rumbos.
De repente, Mariano se dio cuenta de dos cosas: que no estaban llegando a Derramadero y que el recorrido no lo estaban haciendo por tierra, sino que el caballo de color negro volaba por los aires.
Mariano, quien ya no entendía si era realidad que había volado en las ancas de un caballo o sólo era la consecuencia de haber tomado de más, se dio cuenta que habían llegado a una parte de la sierra conocida como el Tepetate, lugar donde no hay nada más que sólo un salto de agua. Ahí donde nunca había nada, ahí donde no debería de haber nada, en esta ocasión era distinto, pues había un corral con hartas yeguas bravas en su interior. Volteó a ver a quien lo había llevado a ese lugar y se dio cuenta que era un hombre vestido de charro, quien entró al corral, empezando a echar manganas sin fallo alguno.
Después de un rato, sin saber cuánto exactamente, tal vez cuando se le bajó lo borracho o bien cuando Mariano reaccionó que era el diablo quien lo había llevado a ese lugar, le dijo: Yo ya me voy, me están esperando con el vino. El Charro Negro se le acercó y le entregó seis monedas de plata de esas llamadas 07-20, de esas que tenían sólo los ricos y que no había en el campo. Cuando Mariano volteó a verlas para contarlas en su mano, regreso la vista y ya no estaba ni el corral, ni las yeguas, ni el caballo ni El Charro Negro.
El regreso seguramente fue más rápido por el miedo de volverse a topar con Satanás. Cuando llegó a la borrachera, sus amigos le preguntaron por qué había tardado y por qué no llevaba las bebidas, a lo que Mariano les platicó lo sucedido. Todos empezaron a reírse de él, le decían que esas cosas no eran ciertas, que mejor hubiera dicho que no quería ir. De repente, Mariano se metió la mano derecha en el bolsillo de su pantalón, sintió el frio del metal, tomó las monedas, cerró el puño, las sacó del bolsillo con la mano cerrada para después abrirla frente a los amigos, quienes al ver seis monedas de plata 07-20 primero callaron y después huyeron del lugar por miedo a que se les apareciera El Charro Negro.
Esta es una historia que me platicó mi amigo don Manuel, papá de mi amigo Ober Ulloa, una historia que sucedió aquí en el campo de nuestra hermosa ciudad de Saltillo, una historia que sucedió ya hace tiempo y que según don Manuel es difícil que suceda de nuevo, pues el diablo ya no cabalga en caballo sino en internet.
Autor
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Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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