EL CEMENTERIO MÁS HERMOSO DEL MUNDO

Es bueno tener hobbies, cuando estos ayudan a tu crecimiento humano e intelectual, pues aprendes, aprovechas el tiempo y evitas caer en el aburrimiento. No siempre los hobbies duran toda la vida, algunos cambian, cuando cambian los intereses o las circunstancias que los generan y mantienen. Uno de mis hobbies era comprar una revista que contenía algunos temas de mi interés personal. Desafortunadamente se dejó de publicar. Tiempo después, mi mamá, haciendo limpieza, tiró algunos de los ejemplares de mi colección. El resto de las revistas, las guardo como un valioso recuerdo de mi adolescencia y juventud.

Un número de dicha publicación, fue dedicado al desembarco de los ejércitos aliados en la costa francesa en el llamado “Día D”, durante la Segunda Guerra Mundial. Además de los datos, fechas y nombres, el artículo estaba ilustrado con interesantes fotografías, una de estas fotos era la del Cementerio Americano en la playa Omaha, ubicada en Colleville sur mer. Nunca pensé que un día, precisamente en el marco del 80 aniversario de dicho suceso, estaría pisando esas tierras, caminando sobre esa playa y conocer el cementerio más hermoso del mundo, bueno a mi parecer.

Al llegar a Normandía, vi las hermosas casas de sus villas adornadas con banderitas de los Estados Unidos, de Gran Bretaña y de Canadá. Luego de visitar el museo donde explicaban la operación militar “Overlord” (que era el nombre con el que se identificó el plan para desembarcar en Francia), me dirigí al Cementerio Americano. Al llegar, lo primero que vi fueron altos y frondosos árboles, jardines impecablemente cuidados y limpios. Cuando llegué al lugar donde están enterrados los soldados, miré una innumerable serie de cruces blancas, y también algunas tumbas con el signo de la estrella de David.

Eran más de 9400 tumbas con estos signos que identifican a los soldados cristianos de los soldados judíos, caídos en esa campaña. La vista del cementerio da al mar, precisamente frente a la playa donde muchos de estos soldados terminaron sus vidas. Ninguna foto de aquella revista mostró la belleza del lugar, y ninguna narración puede describir lo que ocurrió en esos tristes y difíciles momentos. Lo que pasa a la historia son los nombres de los generales, de los presidentes, de los primeros ministros… pero no así los nombres de los soldados, imposible conocerlos y más aún recordarlos.

Al acercarme a los monumentos, vi además de los nombres, la edad; la mayoría tenía veinte años; luego lo confirmé, la edad promedio de aquellos soldados caídos en las playas de Normandía era de veinte años. Las guerras consumen a los hombres, y a los primeros que se lleva son a los jóvenes, muchos de ellos apenas empezaban a vivir.

Leí en un memorial la historia de un recién casado, que pocos días después de su matrimonio fue llamado a ir a combatir al frente de guerra. Murió en ese 6 de junio con 21 años de vida. Su viuda no se volvió a casar, y cuando ella murió quiso ser enterrada junto a él. Cada tumba tiene la historia de una vida, que al fin de cuentas sólo Dios conoce. Ojalá, la humanidad aprendiera la lección y ya no hubiera más guerras.

 

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El Heraldo de Saltillo
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