El legado de Roosevelt en el contexto olímpico
Cada 4 años lo vivimos. Cada 4 años lo expresamos. Por un lado, la emoción por la llegada de una nueva edición de los Juegos Olímpicos y las altas expectativas que nos generamos ante el hecho de que atletas de diversas disciplinas nos representen como país. Sin embargo, mucha gente aprovecha lo anterior para justificarse un derecho automático de opinión y un supuesto expertise en deportes cuya existencia quizás desconocía.
Esa gente se otorga la capacidad moral de analizar y calificar el rendimiento de atletas en disciplinas como la Gimnasia Artística, el Box, Natación, Clavados, Judo, e incluso Surf, solo por el hecho de que una persona esté representando a su país.
Lo anterior resulta en críticas desconsideradas que no reflejan el arduo trabajo y el sacrificio que implican estar en el centro de cualquier competencia, y más para este caso, pues estamos hablando de la competencia deportiva de mayor exigencia a nivel mundial.
En mi opinión, las críticas que recibe un atleta olímpico carecen de una comprensión profunda del esfuerzo, la dedicación y el nivel de habilidad necesarios para competir al más alto nivel.
Me explico.
Como en cualquier tarea, trabajo o proyecto, es fácil juzgar sin haber experimentado el rigor de la preparación y la presión durante la ejecución. En el deporte de alto rendimiento, esta máxima se cumple sin duda. Detrás de cada participación olímpica hay años de entrenamiento, sacrificios personales y presiones psicológicas que muy pocos pueden comprender.
Pensando en esto, me vino a la mente el famoso discurso de Theodore Roosevelt conocido como The Man in the Arena. Este discurso enfatiza la valentía de aquellos que se arriesgan y luchan, incluso si no siempre tienen éxito.
Creo que las palabras de Roosevelt se relacionan perfecto con la situación de un atleta olímpico. La importancia de estar en la arena, es decir, de estar en el centro de la acción y enfrentar los desafíos con un esfuerzo intenso y arriesgado durante años. Mientras que, afuera de la arena, los críticos simplemente observan.
Mejor no digo más. Vale la pena leer lo dicho por Roosevelt y que cada uno saque sus conclusiones:
No es el crítico quien cuenta; ni aquél que señala cómo el hombre fuerte se tambalea, o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo y el sudor y la sangre; quien se esfuerza valientemente; quien yerra, quien da un traspié tras otro, pues no hay esfuerzo sin error ni fallo; pero quien realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, las grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso, y quien en el peor de los casos, si fracasa, al menos fracasa atreviéndose en grande, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota.” – Theodore Roosevelt
Reciban un saludo, muchas gracias.
@dan_fdz
Maridaje:
Lectura: https://www.presidency.ucsb.edu/documents/address-the-sorbonne-paris-france-citizenship-republic
Canción: Time – Hans Zimmer.
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