En la pasada asamblea nacional del PRI y después de ella, el instituto político en Coahuila ha demostrado que se cuece aparte, que es un partido ganador, a pesar de las ondas diferencias entre algunos de sus principales actores, como se ha visto en las últimas semanas.
Para empezar los consejeros nacionales en la entidad que no acudieron a la asamblea del pasado día 7 y que constituyeron la gran mayoría –uno hizo el viaje a la capital del país porque se lo ordenó la organización o sector al que se deben–, recibieron instrucciones de permanecer sin conectarse vía zoom, es decir, fueron ajenos al desarrollo de los trabajos y acuerdos que se tomaron, consistentes principalmente en la modificación de los estatutos que abre la puerta a la reelección de su dirigente nacional, Alejandro Moreno, que tiene todo el apoyo y asesoría de un exgobernador coahuilense, Rubén Moreira Valdez.
El gobernador del Estado, Manolo Jiménez Salinas, parece decidido a sacudirse todo lo que huela al apellido Moreira, y ya lo está haciendo, como lo demuestran los recientes bajas y sus correspondientes nuevos nombramientos en la Secretaría de Educación, pero la lista podría alcanzar el medio centenar de funcionarios, desde primer nivel hasta mandos medios, entre los que figuran varios de apellido Moreira. Y la guadaña ya anda cortando cabezas también en el área de Salud.
Después de la citada asamblea, el exgobernador Miguel Ángel Riquelme Solís también pintó su raya y confirmó que no tiene la mejor relación con Rubén Moreria. Se le ha visto en la Ciudad de México en reuniones con el sonorense Manlio Fabio Beltrones fortaleciendo su amistad y planeando estrategias que tienen que ver con la dirigencia priista y con su labor como próximos integrantes de la Cámara de Senadores.
Muy legitimado con sus 765 mil 490 votos, equivalentes al 57 por ciento de la votación, que lo llevaron a la Gubernatura, a Jiménez Salinas le queda claro que el poder se ejerce, no se comparte, y los cambios, despidos y enroques, que podrían sumar 260 burócratas, van encaminados a mejorar y eficientar los servicios en los diversos rubros de la administración. Los cambios y renovaciones son positivos y hasta obligados después de muchos años en una misma área pues se crean vicios y el burócrata cae en la abulia si no es que inició con ella.
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