A LA BÁSCULA

Loret y Latinus

 Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.

La autoría de la anterior reflexión es atribuida al pastor luterano alemán Martín Niemöller, dicen los que saben de esto que fue lanzada como un dardo envenenado a los intelectuales alemanes, cuya cobardía fue su aporte para la llegada de los nazis al poder, con todas las consecuencias que ya todos conocemos.

Algo similar viene ocurriendo en nuestro país en diferentes ámbitos, pero en este momento el más mediático y que está sobre la mesa es el caso del periodista mexicano Carlos Loret de Mola y el medio Latinus, que en la recta final del gobierno y cuya cabeza lo suyo, lo suyo, lo suyo, no es le venganza, pero que ha recibido una cobarde persecución a través de la UIF, organismo que el rey en su palacio ha utilizado únicamente para perseguir a sus enemigos políticos, y Loret, parece ser, está en los primeros lugares porque es quizá el más mencionado desde el púlpito presidencial en los sermones mañaneros.

Más allá de que Loret y su esposa, Brozo y los directivos de Latinus pudieran tener algún pendiente legal o hacendario, las investigaciones enderezadas en su contra han sido motivadas principalmente, todos lo sabemos, por las denuncias de corrupción que han hecho de los hijos del presidente, de sus hermanos y familiares, de funcionarios y gobernantes afines al movimiento ‘cuatrotero’, ninguna de las cuáles ha sido desmentida hasta el momento. Es decir, es una muestra más de la persecución del mensajero, en vez de actuar contra quienes cometieron los delitos.

En su columna de este lunes en El Universal (https://www.eluniversal.com.mx/opinion/carlos-loret-de-mola/la-uif-el-sexenio-y-latinus/) Loret vuelve a enumerar los casos más icónicos y emblemáticos de la corrupción alrededor del actual gobierno, pero en ninguno de ellos la UIF ha actuado ni abierto siquiera investigación alguna. En cambio, en el caso de Loret, el presidente tiene una fijación: cada vez que se le cuestionaba algo de la corrupción que salpicaba a uno de sus hijos, la respuesta del rey en su palacio siempre fue ¿Y cuánto gana Loret? Utilizó incluso información confidencial del SAT y la hizo pública violando la Constitución, con el riesgo que ello implicaba para el periodista.

Para la mayoría de los segmentos de la población, pareciera que lo que le está ocurriendo a Carlos Loret ni es de su incumbencia, ni le representa el más mínimo interés, porque ellos no son periodistas, pero en regímenes como el que amenaza con instaurarse en nuestro país, seguirán los empresarios, los estudiantes, los opositores, los profesionistas, y así sucesivamente, hasta que ya no haya nadie más que pudiera protestar.

En lo personal, como periodista me preocupa e indigna la persecución, intimidación y amenaza con que está actuando el gobierno, que aplica una justicia selectiva. Y me preocupa más todavía como ciudadano ante un gobierno que intentó prácticamente desaparecer a los medios de comunicación, a través del Plan B que fue bateado por inconstitucional; y que recientemente advirtió a una televisora que no se le olvidara que funciona a través de una concesión otorgada por el gobierno y en cualquier momento puede ser revocada.

Puedo o no estar de acuerdo con el estilo de Carlos Loret de Mola, pero desde esta humilde columna, le externo toda mi solidaridad. Porque hoy es él y Latinus, pero ¿Quién seguirá? ¿Podríamos tomar como base los periodistas y medios a los que tanto se denuesta en cada mañanera? ¿López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Aristegui, De Mauleón, Krauze, Aguilar Camin?

Ojalá que los mexicanos, sean o no periodistas, cerraran filas para evitar esta ilegal persecución. Porque puede ser que un día ya no haya periodistas que levanten la voz y se conviertan en la de los que no la tienen, que solamente subsistan los ‘medios amigos’ y sean los corifeos del sistema los únicos que prevalezcan frente a las cámaras, los micrófonos, los monitores de las computadoras, tablets o teléfonos inteligentes.

A todos nos debería interesar —importar—, porque en un país sin periodismo libre y crítico, no puede haber democracia.

 

laotraplana@gmail.com

 

 

X= @JulianParraIba

 

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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