Los retos de Claudia
Es indudable y hasta cierto punto normal, que cuando un presidente asume sus funciones, tiene un montón de retos y pendientes por cumplir, entre los naturales que tiene el país, y las promesas que haya hecho en campaña, pero el inicio del gobierno de Claudia Sheinbaum, virtual ganadora de las elecciones y la que será la primera presidenta de México, quizá lo que más le pesará y costará más darle solución, es la herencia que recibirá del actual presidente.
De hecho y ya desde estos primeros días –quizá horas- después de la elección, el tema de las reformas pretendidas en el famoso Plan ‘C’, mantiene inquietos a los mercados y a los inversionistas, al grado que por un lado el secretario de Hacienda –actual, y ya ratificado por Sheinbaum para el próximo sexenio-, Rogelio Ramírez de la O. ha tenido que salir con algunos mensajes para tratar de tranquilizar a los mercados y que la situación no se les empiece a salir de las manos.
Por otro lado, la propia Claudia ha tratado de ‘vender’ un discurso menos agresivo y hasta cierto punto conciliador, sabedora que el país que recibirá está fracturado, dividido, en medio de un clima de odio, de rencor, de agravios, de insultos, de encono. México como nunca antes en la historia moderna del país, quedó etiquetado en dos grandes grupos: fifís y chairos, ricos y pobres, neoliberales y conservadores, y ese divisionismo fue tan profundamente sembrado, que va a ser difícil de erradicar, no al menos en el próximo sexenio.
La dificultad estriba en estos momentos y hasta el momento del cambio de poder, el actual inquilino de Palacio Nacional, como lo sabemos todos, padece incontinencia verbal, y a pesar de que su partido prácticamente lo ganó todo, sigue actuando con su muy particular estilo, actuando y manteniendo una narrativa como si hubiera sido el gran perdedor.
Mientras López Obrador siga teniendo el foro que le ofrecer el púlpito presidencial de las mañaneras, casi cada declaración es una bronca que le genera a Claudia, que desde ahora ya tiene que intervenir en ciertos temas, pero con el cuidado de no testerear al rey en su palacio, porque en una de esas contradecir uno de sus puntos de vista, la acusa de traidora a la patria.
Como ocurrió a lo largo de la campaña, Sheinbaum camina con mucho tiento de no contradecir ni molestar al presidente, aunque también con pasos firmes para no entrar en confrontación con todos los sectores con los que se cerrará peleados en este sexenio.
Conociéndolo como le conocemos, López Obrador no va a durar más de un par de minutos en el retiro que tanto ha dicho al que se someterá una vez que deje el poder. Su incontinencia verbal y su afán de sentirse Dios y el centro del universo, no se lo van a permitir. Pero por supuesto que va a intentar seguir manteniendo el control de los hilos del país, tener injerencia sobre Claudia en la toma de decisiones.
El único y pequeñito problema, es que en la silla presidencial no caben dos, y el poder no se comparte; y más temprano que tarde, la nueva presidenta tendrá que pintar su raya y marcar distancia de su antecesor. Una vez que se prueban las delicias y las mieles del poder, las personas se transforman. Ya lo decía Zapata que algo tiene esa silla (presidencial) que todos los que se sientan en ella, se vuelven locos.
Todos los presidentes que se han enfrentado con el problema de que su antecesor se siente con el derecho de seguir interviniendo, y manipular al mandatario en turno porque considera que éste le debe el puesto, se han visto en la necesidad de dar un manotazo sobre la mesa, para dejar bien definido quién es el que manda. Recordemos a Ernesto Zedillo que, para sacudirse de la presencia de Carlos Salinas de Gortari, marcó su distancia encarcelando a Raúl Salinas, el ‘hermano incómodo’ de su antecesor.
Indudablemente que Claudia Sheinbaum enfrentará muchos y muy grandes retos, porque López Obrador le dejará un país sostenido con alfileres, en muchos rubros que él no atendió y en muchos casos dejó que los problemas crecieran desproporcionadamente, pero ella tendrá que ponerles atención:
Principalmente el de la inseguridad, el desastroso sistema de salud que dejará luego del fracaso del INSAB y la falta de medicinas, el sistema educativo más doctrinario que formativo, el endeudamiento en que se ha sumido al país, la falta de recursos porque se acabaron todos los fideicomisos y fondos que existían.
Y por supuesto su intencionalidad de dinamitar las instituciones y la intención de someter al Poder Judicial como lo ha hecho con el legislativo, pero que Sheinbaum Pardo ya recibió una probadita de las reacciones que podrían tener los mercados, y en un momento dado de persistir con esa intencionalidad, provocar una salida de capitales ante el temor de la desaparición de poderes y la eventualidad de una presidencia autoritaria, totalitaria, dominante y aplastante.
Ya veremos desde los primeros días de su mandato, qué armas porta Sheinbaum Pardo, y poder darnos una idea de lo que nos espera a los mexicanos los siguientes seis años en primera instancia. Pero también servirán para ver si habrá un bloque de contención para evitar caer en el autoritarismo. Ahora sí que Dios nos agarre confesados.
laotraplana@gmail.com.mx
X= @JulianParraIbarra
Autor
- Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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