Dos años después, el AIFA sigue sin despegar
A dos años de inaugurado el Aeropuerto Felipe Ángeles, sigue sin despegar. Aquí les van unos dolorosos datos de este magno elefante blanco que fue pensado más a capricho político, que en términos de funcionabilidad.
Para empezar, el costo de la obra. Se calcula que se gastaron 88 mil millones de pesos. Y digo que se calcula porque la información fue reservada por el presidente como «seguridad nacional», por eso no podemos saber exactamente cuánto costó en realidad, salvo la cifra que el gobierno quiso publicar.
Pero a ese monto aproximado, súmenle otros 252 mil millones de pesos, por el costo de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, que se están pagando con la Tarifa de Uso del Aeropuerto Benito Juárez, que era originalmente para su mantenimiento. Por eso, cada vez está más deteriorado.
Segundo, el costo de operación. En 2023, el AIFA generó mil 282 millones de pesos, y acumuló gastos por mil 673 millones de pesos. O sea, hay un déficit de 391 millones de pesos. Pero además, recibió subsidios por más de mil 138 millones de pesos. Entre las pérdidas y los subsidios, tan solo el año pasado los mexicanos pagamos 1,529 millones de pesos para mantener el gusto de AMLO funcionando.
Tercero, funcionabilidad. A dos años de su apertura, el AIFA realizó 35 mil vuelos comerciales frente a los casi 676 mil del Aeropuerto de Ciudad de México. Es decir, el Felipe Ángeles movió un 5% de lo que movió el Benito Juárez. En número de pasajeros, la cosa es similar, el AIFA transportó a tres millones 881 mil pasajeros, lo que el Aeropuerto Benito Juárez transporta en un mes.
Pero lo más evidente es que el AIFA no resolvió, ni resolverá los problemas de conectividad aérea de México, irónicamente por su complicada conectividad terrestre. Los colegios de ingenieros, especialistas en aeronáutica, empresas de aviación comercial, las cámaras de turismo y organismos técnicos internacionales repitieron ad nauseam que el AIFA sería un fracaso. Pero no, el presidente no quiso escucharlos. Justificó su decisión de cancelar el NAIM en la “voluntad del pueblo sabio”, a través de una consulta popular pitera como suele hacerlas.
Hoy las consecuencias de este berrinche presidencial, están a la vista. El AIFA es un gran mamut blanco, monumento de opacidad, que poca gente usa, que nos cuesta un billete mantener, que no será rentable en el futuro cercano, pero mantiene contento a una persona: el presidente López Obrador, que lo presume como el mejor aeropuerto del mundo. Una vez más la realidad supera a la ficción y la narrativa presidencial.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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