COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

 Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.

 Francisco Tobías Hernández

 Engordación

Uno de los fenómenos más complejo, complicado, dañino y hasta interesante de la economía es la inflación. Sí, el aumento generalizado de los precios, cuyos estragos fueron combatidos hasta por emperadores romanos como el temible Calígula o el cruel de Nerón.

Desde que aparecieron las monedas en el Siglo VI a.C. en Lidia, hoy Turquía, los niveles de los precios han aumentado como resultado de muchos factores, como lo son la escasez de las mercancías, la cantidad de dinero, la moda y más. Los economistas hemos desarrollado con el paso del tiempo nuevas y distintas formas de medir la inflación, como la hiperinflación, la cual sucede cuando los precios aumentan de manera exponencial en cuestión de muy poco tiempo, o bien la inflación subyacente, la cual se puede definir como el aumento en los precios sin considerar los precios de las energías y alimentos no elaborados. Bueno, hasta existe una definición para cuando la inflación es al revés, es decir cuando los precios en lugar de subir bajan, fenómeno conocido como deflación.

Sin embargo, desde hace relativamente poco tiempo, en el mercado estamos sufriendo de una inflación distinta, cuya medición no es en monedas, para nosotros pesos y centavos, pero si es un aumento en el precio real de las mercancías. Me refiero a la “reduflación”, la cual se entiende como el hecho mediante el cual los productores reducen la cantidad de producto empacado a vender. Desde pequeños hemos escuchado a los consumidores decir “cada vez le ponen menos producto a la bolsa”. Pues bien, ese es un caso de inflación invisible como también se le llama a la “reduflación”.

La economista norteamericana Philippa ‘Pippa’ Malmgren fue quien acuñó el término “inflación por contracción”, que en breve tiempo fue aceptada como “reduflación”.

Las consecuencias de la “reduflación” son iguales de dañinas que la propia inflación, ya que en términos reales el precio de las mercancías aumenta, ocasionando así que el poder adquisitivo de los consumidores se reduzca, provocando reducción en las inversiones y en la generación de empleos, formando un círculo vicioso.

Por supuesto que este tipo de prácticas comerciales, además de afectar la economía, el bolsillo de los integrantes de un sistema económico, son una situación desleal y de engaño, aunque si en el empaque está especificado el peso o cantidad correcta es legal.

Hace algunos días, conversando con un gran amigo, le platicaba sobre la “reduflación”, explicándole que en muchas ocasiones las empresas con el fin de no reducir sus márgenes de ganancia llegan a aplicar este tipo de acciones. Me comentó que tal vez por eso ahora sus pantalones le eran más pequeños, a lo que le pregunté que si eran nuevos, y me respondió que no, a lo que le dije que esa no era un caso de “reduflación” sino de engordación.

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El Heraldo de Saltillo
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