Entre hilos de lana que se vuelven de colores al teñirse, telares y la habilidad para crear con sus manos el tradicional textil que da identidad cultural a la ciudad capital, Ernesto David López Villanueva lleva 15 de sus 33 años de vida dedicándose al tejido de Sarapes de Saltillo; pertenece a la primera generación de egresados de la carrera de Maestro Tejedor de la Escuela del Sarape «La Favorita», ubicada en el corazón de la capital de Coahuila.
«Es un orgullo porque es artesanía representativa de la ciudad. Al principio no sabía qué era el sarape, ya cuando entré a la Escuela y lo conocí, me gustó y decidí seguir. Me gustaba la artesanía, desde antes de conocer el sarape, yo ya hacía artesanía, tejía pulseras y gorros; ya cuando conocí el telar de pedal y lo que era el sarape, me gustó y se volvió mi forma de vida», comentó en entrevista con medios.
¿REDITUABLE O NO?
El joven considera que aún falta tiempo para que el oficio de maestro tejedor y de la complejidad que representa tejer auténticos sarapes saltillenses tome mayor valor al adquirirlo, principalmente entre ciudadanos locales. Y es que además de creatividad y precisión, terminar uno puede tomar hasta 10 horas o más, dependiendo del tamaño de la prenda. En su caso, 15 mil pesos es lo que más le han pagado por un sarape.
«Tiene sus sube y bajas, a veces se vende bien y hay veces que está tranquilo. Más los extranjeros son los que vienen y se lo llevan, porque la gente local dice ‘está muy caro’, desde una pieza chica», externó.
RESPETO POR EL DISEÑO
Aunque últimamente experimenta con el tejido de rostros e imágenes en sarapes con patrones distintos al de Saltillo, Ernesto le tiene un gran respeto al diseño original del sarape distintivo de la ciudad, al ser uno de los más complejos de elaborar.
«Yo trabajé nueve años en la Tienda del Sarape de Saltillo y ahí me enseñaron esas características que son, por ejemplo, los cinco colores y en esos cinco colores llevan ocho tonos de cada color, del claro al oscuro. Lleva las banderas de México, casi en todo el sarape se lleva el verde, blanco y rojo, lleva el diamante y la flor del desierto», precisó.
«El sarape original de Saltillo es de lana de un cabo, porque puede haber cobijas o tapetes, que ya es lana más gruesa. A mí se me enseñó que es lana delgada, ahí en la Escuela trabajé con Héctor Tamayo y él me enseñó a teñir, lo hacemos todo porque la lana nos llega en blanco y hacemos todo el proceso, madejar, lavar, teñir, preparar y tejer», agregó.
HECHOS CON AMOR
El saltillense cuenta en su hogar con su propio taller para la elaboración de sarapes, es ahí donde continúa con el legado que le fue heredado por sus maestros de «La Favorita».
De acuerdo con López Villanueva, en Saltillo hay alrededor de 15 maestros tejedores activos, quienes, con su telar, paciencia y habilidad, siguen tejiendo sarapes para que su hechura no se les olvide entre las manos y se pierda en el tiempo.
«Es un trabajo hecho con mucho amor, con muchas ganas y tiene la importancia de ser la artesanía representativa de la ciudad de Saltillo. Yo creo que hace falta que se difunda más y a que más gente le interese, porque ya somos pocos que hacemos el original, defendiendo el original somos pocos», platicó.
«Ahorita tengo una hija de ocho años, me ve tejer y como que le gusta, pero ahorita anda en otras cosas; esperemos que más grande ojalá y le guste», finalizó.
Para conocer más sobre el trabajo de Ernesto David se puede visitar la página de Facebook e Instagram «Mi Buen Sarape». (OMAR SOTO)
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