Barra de entretenimiento
Diversos países en el mundo y en distintas épocas, han llevado al poder a actores y cómicos al poder, a convertirse en presidentes de su país. Cómo no recordar al norteamericano Ronald Reagan, al Jimmy Morales en Guatemala, y más recientemente a Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania, país desde hace poco más de un año invadido por Rusia.
Regan pasó de ser comentarista deportivo de una estación radial, a actor clasificado como de ‘serie B’, de ahí brincó a la presidencia del sindicato de actores en Estados Unidos, e irrumpió en la política en 1964. El ex cowboy norteamericano cabalgó primero hasta llegar a la gubernatura de California, y de ahí hasta alcanzar la Casa Blanca. Pero como presidente, era muy buen actor.
En 2016, un cómico guatemalteco que durante algunos años junto a su hermano Sammy protagonizó la versión chapina de ‘Los polivoces’, se convirtió en presidente de su país. Jimmy Morales prometió a sus compatriotas en su campaña que, si durante 22 años los había hecho reír a través de la televisión, si ganaba a las elecciones, ‘no les voy a hacer llorar’. Algunos a su llegada dijeron que de la comicidad no se podía exigir el surgimiento de un estadista, pero sí un político con buen humor. Terminó por convertirse en un presidente corrupto.
Más recientemente Volodimir Zelensky, cómico y actor de televisión, en la que participó en una serie llamada ‘Servidor del pueblo’ en la que protagonizó el papel de presidente de Ucrania. Quizá en él aplica aquello de que hay que tener cuidado con lo que se desea, porque se puede convertir en realidad.
Zelensky se convirtió en la realidad en el presidente de Ucrania, sólo para vivir quizá la peor pesadilla de su vida: la invasión de Rusia. Pero una vez que estalló el conflicto, se despojó de la camisa de actor y comediante, y asumió con una inesperada seriedad su papel como presidente en defensa de su país, y ante los embates de uno de los que se supone está entre los ejércitos más poderosos del mundo. Lo ha hecho con inteligencia, estrategia y gran negociador con los líderes mundiales.
En nuestro país en cambio ha sucedido lo que en ningún otro en el mundo, que un político que llega a la presidencia, se convierta en figura de la televisión en la barra de entretenimiento, con mayor énfasis en la comedia y el humor.
Al menos eso es en lo que ha venido convirtiendo las ‘mañaneras’ el principal inquilino de Palacio Nacional quien evidentemente al no querer abordar los temas torales del país porque los resultados no le son nada favorables –la inseguridad, la salud, la educación, la inversión, la transparencia, los derechos humanos entre muchísimos otros más-, ha optado por temas triviales en los últimos días, como el esencial de las papas fritas que más allá del daño que provocan a la salud y lo caras que resultan, lo más grave es que traen poco producto, las bolsas traen más aires que papitas. Aunque no dejó muy claro que, para combatir ese gravísimo problema nacional, se van a crear los ‘Sabritones del bienestar’ o algo así.
Luego la gran ocurrencia de crear en la CDMX una ‘farmaciota’ o bodega en la que se traigan todos los medicamentos del mundo –en cantidades razonables, por supuesto- para abastecer de inmediato a los estados que reporten escasez. La ‘ideota’ llegó cinco años después, cuando ya entra en la fase final de la administración, lo que ejemplifica ser un gobierno de ocurrencias.
Pero quizá lo que más se le viene dando con mayor facilidad es su lado cómico y como imitador. ‘Tamales, tamales, ricos tamales’, dijo recientemente simulando con sus manos manejar un triciclo, palabras y acciones con las que intentó descalificar a la senadora hidalguense Xóchitl Gálvez. Y apenas este jueves, tratando de imitar con las palabras ‘Esta noche en hechos’, al conductor Javier Alatorre, por el trabajo que presentó en relación con los contenidos de los nuevos libros de texto.
El presidente se ha encargado de venir degradando aceleradamente la investidura que representa, a la que luego exige que se le respete, pero el primero en faltarle al respeto es él mismo. Se ha encargado de ser tan repetitivo en sus mensajes y palabras que es ya muy predecible: él es la única víctima que hay en el país, es el presidente más atacado en la historia del país; él siempre tiene otros datos que esgrime como estilete parar tratar de evadir las críticas a su forma de gobierno; la culpa de todo la tiene Calderón que le robó la presidencia en 2006.
Los malos resultados de su gobierno, no son sino una campaña de los medios de desinformación, de sus adversarios, de sus opositores, de sus enemigos, que se oponen a la transformación del país. Es tan repetitivo –y hasta monótono- que cada vez tiene menos seguidores viendo su mañanera. Y él mismo al no tener los argumentos suficientes para debatir con altura los temas torales del país, se ha venido convirtiendo en cómico, pero además en un mal cómico.
Quizá de la comicidad no se pueda exigir el surgimiento de un estadista, pero de un político que luchó durante 18 años para llegar a la presidencia, sí se puede exigir la seriedad que debe tener un presidente, que deje de lado las frivolidades y aunque sea en el último año de su mandato, nos demuestre para qué quería ser presidente de México.
@JulianParraIba
Autor
- Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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