Las elecciones primarias y sus peligros
Se acercan las elecciones más grandes en la historia del país. Sin embargo, antes vienen las elecciones primarias, una figura relativamente nueva en nuestra democracia que tiene como fin elegir a los candidatos de los partidos y coaliciones políticas. Y aunque su intención es inyectar mayor democracia partidista, ha demostrado asimismo tener algunas peligrosas desventajas.
Existen dos lados de una misma moneda. El primer costado dice “sabiduría popular”, y considera que las decisiones comunitarias deben quedar en manos del mayor número de miembros. El segundo costado dice “sabiduría de los mejores”, y plantea que muchas de las decisiones comunitarias deben recaer sobre un selecto grupo de ilustrados. Mucho de lo primero derivaría en demagogia, o el gobierno tiránico de la mayoría, y mucho de lo segundo derivaría en oligarquía, o el gobierno tiránico de los pocos, como afirmaría Aristóteles. Esta tensión la vemos en la historia reciente de las elecciones primarias, en curso en México.
Las élites partidistas históricamente elegían a los candidatos de sus partidos políticos. Sin embargo, ante el descontento con la democracia, en diversos países se optó por seleccionar a los candidatos mediante elecciones, abriendo el voto a todos los miembros partidistas (y no solamente a aquellos que ocupaban puestos de dirección partidista y gubernamental). A estas alturas, los peligros quedan claros: los militantes son más extremos ideológicamente, provocando que los precandidatos asuman posiciones más extremas para ganar, causando finalmente más polarización y disfuncionalidad política. Si las élites partidistas eran más moderadas e impedían la llegada de candidatos extremos, los militantes les han abierto las puertas. He ahí Trump en el Partido Republicano, Jeremy Corbyn en el Partido Laborista británico, y Liz Truss en el Partido Conservador del mismo país. Con estos antecedentes, ¿qué pasará en México?
Morena y su alianza no tendrán mayor problema, porque el candidato presidencial será elegido mediante encuestas; más aún, el dedo de Palacio Nacional señalará al ungido. Lo pregunta aquí es si el presidente mostrará flexibilidad para elegir a alguien más en caso de que su favorita, Claudia Sheinbaum, no despunte. En el supuesto partido de la izquierda, donde tiende a prevalecer la idea de la “sabiduría popular”, una sola persona decidirá. Sin embargo, el caso de la coalición opositora es más interesante: habrá elecciones, con debates públicos, y el candidato será elegido por un raro pero novedoso método que implica encuestas –la preferencia de la población en general– y el voto de los militantes de los partidos coaligados. ¿Qué tan moderados o radicales serán los próximos candidatos presidenciales? Por lo pronto, la forastera radical Lily Téllez salió de la carrera.
“Es contra-intuitivo, pero la democratización de los partidos finalmente dañará la democracia”, dice Jennifer N. Victor, politóloga de la Universidad George Mason. Los norteamericanos continúan con esa figura, augurando mayor radicalización. Los franceses la utilizaron, con resultados catastróficos, y la quitaron silenciosamente. En México, estamos entre el dedo del presidente y un método nuevo de elección con militantes de por medio. Veremos.
@FernandoNGE
fnge1@hotmail.com
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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