¿DE NUEVO?

 

Este domingo 4 de septiembre en plebiscito de votación obligatoria, con multa de 205 dólares por no hacerlo, casi 15 millones de chilenos deberán aprobar o rechazar la constitución redactada por 154 convencionalistas, 77 mujeres y 77 hombres, electos en comicios donde los partidos políticos tradicionales fueron ninguneados.

Para facilitar la concurrencia a las urnas, el gobierno decretó transporte gratuito.

Hasta las últimas encuestas, el Rechazo iba arriba del Apruebo; porque lo hecho por quienes en su mayoría carecían de conocimientos jurídicos, sociales y políticos, decepcionó a todos; incluyendo a muchos de ellos.

El presidente Gabriel Boric recordó que hace 21 meses la sociedad votó por una nueva constitución y de no aprobarse ésta, tendrá que empezar todo el proceso; pero la gente está cansada.

Hablando con amigos y familiares de derecha y centro y leyendo columnas de analistas y políticos de centroizquierda, advierto coincidencias en lo que disgusta y preocupación por el día después y sus consecuencias sociales y políticas.

Están contra la división de Chile en 11 o 12 “naciones”, porque llevaría a que los indígenas fueran grupos privilegiados cuyo consentimiento sería requerido para que el resto tuviera derechos; la eliminación del Senado y otros contrapesos al Poder Ejecutivo; intervención gubernamental hasta en la vida privada y aborto sin límite en tiempo de gestación.

Y temen a las reacciones de los jóvenes protagonistas de los estallidos sociales, que en octubre de 2019 llevaron al presidente Sebastián Piñera a convocar a una nueva constitución.

A la situación de por si crispada y polarizada, se añaden conflictos internos en las fuerzas que apoyan a Boric y demandan cambios en el gabinete.

Declaraciones del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro afirmando que Boric incendió una estación del metro de Santiago en 2019; con la consiguiente queja diplomática chilena.

La captura de Héctor Llaitul líder de la Coordinadora Arauco Malleco, por delitos contra la Ley de Seguridad del Estado, llamados a la resistencia armada, robo de madera y quemas de instalaciones y vehículos públicos y privados.

Y la respuesta de sus partidarios que acusan al gobierno y al Partido Comunista, de doblegarse ante los grupos económicos.

Michelle Bachelet que estos días se despide de su cargo como Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, anunció que votará Apruebo.

Será la única de los exmandatarios en hacerlo, porque Ricardo Lagos votaría en blanco y Eduardo Frei y Sebastián Piñera, Rechazo.

Entre las muchas personalidades de centro izquierda que están por esa opción, además de Lagos de cuyos motivos escribí hace unas semanas, destacan Oscar Guillermo Garretón, Enrique Krauss, Carlos Peña, Álvaro Ortúzar, Ernesto Otone y Pablo Ortúzar.

Garretón, ex militante del Movimiento de Acción Popular Unitaria, Partido por la Democracia y Partido Socialista, detalló en el diario La Tercera «múltiples razones» para estar en contra; entre otras, derechos que estarían sujetos a caprichos de funcionarios y pérdida de certeza en la propiedad.

Krauss, dirigente histórico de la Democracia Cristiana y ex ministro de Patricio Aylwin, primer presidente tras la dictadura, pidió terminar con las “odiosidades extremas” que han fracturado país y familias; “yo por lo menos, vivo eso en la mía”, dijo.

Peña, rector de la Universidad Diego Portales y comentarista de El Mercurio, considera que los problemas radican en una cuestión generacional “no de edad, sino de sensibilidad” porque la que gobierna tiene la idea moralista de que los males sociales son el fruto de una élite cicatera y ambiciosa y un pueblo virtuoso y abusado.

Y adelanta conflictos con la inmigración, “porque nadie migra para incorporarse al proletariado sino a los grupos medios” que demandan más bienes y son difíciles de satisfacer.

El abogado Ortúzar, árbitro reconocido por solucionar controversias complejas y colaborador de La Tercera, en su columna “Plebiscito en tiempos de cólera” la calificó de antilibertaria y revanchista.

“Artículo tras artículo, fueron excluyendo, privando, prohibiendo y desigualando actividades humanas propias de una sociedad democrática”.

Otone, líder mundial de las juventudes comunistas en los 70s y asesor en el gobierno del socialista Lagos, 2000-2006, declaró a El País que el plebiscito no debe verse como enfrentamiento entre izquierda y derecha, porque en los últimos tres años ha cambiado la correlación de fuerzas en Chile y hoy es un país más moderado.

La derecha, especificó, tiene algunos dirigentes jóvenes y abiertos a un Chile moderno y menos desigual y en la centroizquierda, revive el espíritu reformador de la transición a la democracia.

Reconoció los cambios de Lagos a la constitución vigente, pero explicó que debe cambiarse por su origen pinochetista, candados que dificultan avances, ignorar temáticas actuales, los derechos humanos y el carácter social del Estado.

Dijo luego, que los decenios de construcción democrática “tan criticados por quienes ven en la gradualidad un defecto y no una virtud”, permitirán a Chile recuperar el impulso de los primeros 20 años posteriores a la dictadura, 1990-2010, en los que dio un salto sin comparación en su historia.

Y criticó que Boric haya decidido jugarse “exageradamente” por el Apruebo.

“Si gana, el sector más radical de su gobierno se verá reforzado y si pierde, saldrá trasquilado…”

Y para Pablo Ortúzar el crecimiento del Rechazo obedece a que las tesis del proyecto constitucional, y la nueva izquierda que lo impulsa, son contrarias a muchas convicciones y principios de la izquierda democrática.

En fin, sea cual sea el resultado del 4 de septiembre, el 5 llegará y Chile tendrá que ponerse de acuerdo.

Qué sea de la mejor manera.

 

Autor

Teresa Gurza
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