COMO DECÍA MI ABUELA

Ten cuidado con lo que deseas…

Mi madre, solía llevarnos a casa de la abuela los fines de semana, pero en época de vacaciones era común que pasáramos semanas completas en aquella casa de mimos y ensueño. En una de esas semanas, le externé a mi abuela el deseo de quedarme con ella para siempre, a lo cual me respondió, «ten cuidado con lo que deseas, porque podría convertirse en realidad».

«Imputan a mujer por aplicación de Ley Olimpia a favor de un hombre en Saltillo» es el titular que apareció en la portada del medio informativo que me da voz el 12 de julio de este año, mismo que ha sido abordado de manera incisiva e insistente por diversos medios de comunicación en todo el país, y cuyas publicaciones en Facebook, tienen miles de reacciones y comentarios. De las diversas reflexiones que tengo al respecto, me gustaría comenzar puntualizando sobre la Ley Olimpia.

Lo que se conoce cómo Ley Olimpia, es un conjunto de reformas legislativas, que reconocen la existencia de la violencia digital y sancionan los delitos contra la intimidad sexual. Este tipo penal se encuentra reconocido en todos los estados de nuestro país. En Coahuila, fue publicado en el periódico oficial el día 12 de julio de 2019. Aunque el reconocimiento de la violencia digital es producto de la lucha feminista, la propia Olimpia Coral Melo, a quién la Ley Olimpia debe su nombre, ha expresado decididamente en conferencias y participaciones en diversos medios de comunicación y redes sociales, que estas reformas benefician tanto a mujeres como a hombres, pues la lucha feminista es también la lucha por los derechos humanos.

Sin embargo, llama mi atención que, en los comentarios en redes sociales, las personas parecen desconocer o ignorar el carácter universal de esta ley, pues ante el llamativo titular, muchos se pronuncian a favor de que sea imputada una mujer por estas reformas, cómo si se tratara de un caso excepcional, y no atendiendo a uno de los principios generales del derecho, la igualdad de hombres y mujeres ante la ley. De pronto parece que la alegría con la que celebran que se impute a una mujer, reflejara que tienen evidencia de que las mujeres han cometido estos delitos, se les ha denunciado y han quedado impunes. Ahora bien, igualdad legal, no significa en muchos casos, igualdad real; aunque legalmente se reconozcan derechos iguales a hombres y mujeres, cultural y socialmente aún tenemos un largo camino por recorrer. Sirva señalar en evidencia de lo anterior que, si bien es cierto que las mujeres tenemos el derecho reconocido de integrarnos al campo laboral, los trabajos «feminizados» perciben remuneraciones menores y los puestos de mayor jerarquía son tradicionalmente ocupados por hombres, además de que estos no se incorporaron a la par que las mujeres a los trabajos domésticos y de cuidados, por lo que, en la mayoría de los casos, las mujeres cumplen con jornadas dobles o triples de trabajo no remunerado.

Continuando con la nota referida, también llama mi atención el seguimiento tan detallado y oportuno que se está dando a este caso en particular. En poco más de 100 días, se han dedicado numerosas notas a nivel nacional sobre este caso en particular haciendo énfasis en una supuesta búsqueda de igualdad, las mismas que adolecen de un marco de referencia comparativo y aportan pocos o ningún dato sobre el número de quejas recibidas por estos delitos y cuántos han sido judicializados con éxito en favor de las mujeres violentadas. El dicho «ten cuidado con lo que deseas, porque podría convertirse en realidad» vino a mi mente casi de manera instantánea al leer los titulares y los comentarios de las notas. Pero la lucha de las mujeres nunca ha pretendido sustraerse de la acción de la justicia. Desde la primera ola del feminismo, en la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, Olympe de Gouges, señaló en su artículo VII «Ninguna mujer está exenta. Ella puede ser acusada, detenida, encarcelada en los casos determinados por la ley, las mujeres obedecen como los hombres a esta ley rigurosa» pues conocemos que no por el hecho de ser mujeres, estamos exentas de cometer delitos o conductas machistas, ya que estamos inmersas en la misma sociedad patriarcal que los hombres. Aun así, me gustaría también citar el artículo X del mismo libelo «(…) Si la mujer tiene el derecho de subir al patíbulo, ella debe tener igualmente, el derecho de subir a la tribuna (…)», pues parece ser que como sociedad somos muy prestos para judicializar a las mujeres más, no así, para escucharlas. No he visto que se conceda el derecho de réplica a la mujer que presuntamente tuvo la osadía de exhibir públicamente imágenes íntimas de su expareja, y a aquellos que señalan con el índice, les recuerdo que aún hay tres dedos que señalan hacia sí mismos, será que, si les llegan «packs» o «nudes» de alguna mujer sin el consentimiento de ésta, ¿van a denunciar a quién se los envió con la misma vehemencia con la que claman el rigor y el peso de la ley en redes sociales contra esta mujer, solo por ser mujer? ¿O lo van a compartir en el grupo de los compadres de Whatsapp?

Finalmente, hago un llamado a los medios de comunicación a ser responsables del mensaje que enviamos a la sociedad con la manera en la que difundimos la información. La iniciativa Spotlight, encabezada por la ONU, Union Europea y el Gobierno de México, lanzó el documento Un manual urgente para la cobertura de violencia contra las mujeres y feminicidios en México, en el que, si bien el enfoque principal se encuentra en el tema de los feminicidios, también es una «apuesta por las mejores prácticas del periodismo en México, todas encaminadas a informar con perspectiva de género: libre de estereotipos, de criminalización, estigmatización, revictimización, androcentrismo y discriminación.» Está en nosotros el poder para cambiar el enfoque que le damos a la información para incidir positivamente en un cambio social hacia la igualdad, no sólo de derecho, sino de hecho, y que aquello que «deseamos» se materialice.

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El Heraldo de Saltillo
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