Las matemáticas de la elección en Coahuila
A año y medio de las próximas elecciones en Coahuila, encuentro poca utilidad en las encuestas para predecir un resultado. Hacer conjeturas basándonos en estos ejercicios preliminares, sabiendo lo impredecible y cambiante que se ha vuelto la política, sería como un suicidio intelectual o por lo menos se confundiría con una discreta inclinación partidista.
Conviene precisar, sin embargo, que los ejercicios de intención de voto para la renovación de la gubernatura en 2023, sí revisten una particular importancia para los estrategas de los partidos, quienes estarían ponderando sus decisiones presentes (reacomodos, renuncias, adhesiones, declaraciones, acercamientos, entre otros rituales de la política) a partir de los resultados que arrojan las recientes encuestas.
Es decir, mientras que para los analistas y votantes, las preferencias electorales estimadas con tanta anticipación no representan más que un entretenimiento matutino, un juego que adereza las conversaciones de los grupos de whatsaap, para los actores políticos, los sondeos de opinión ofrecen información estratégica (posiciones, porcentajes, escenarios) a partir de la cual realizan sus primeras previsiones en materia política y electoral.
Por lo anterior, puedo asegurar sin temor a equivocarme que, teniendo sobre la mesa a las más recientes encuestas, con calculadora en mano los estrategas de los distintos aspirantes realizan operaciones de suma y resta.
Es así que la política toma la forma de una elegante ecuación. Haciendo uso de las matemáticas electorales, los estrategas intentan resolverla. Se trata de llegar al inicio del proceso electoral con el más alto porcentaje de preferencias. Conformar alianzas para sumar. Restar los votos de los partidos que se decanten por la coalición opositora. Multiplicar la intención de voto en función de la popularidad de sus respectivos aspirantes.
Veamos un sencillo ejercicio del tipo que actualmente realizan los estrategas de los partidos. Acudo para fines analíticos a la más reciente encuesta publicada por Massive Caller, una consultora que, desde hace varios meses, ha venido dando seguimiento a las preferencias electorales de Coahuila rumbo a la gubernatura de 2023.
Al 31 de enero de este año los sondeos han cambiado poco con respecto a lo publicado en septiembre de 2021, salvo que el PAN sigue cayendo. Sin tomar en cuenta los posibles candidatos, el ejercicio coloca al PRI por delante de Morena y el PAN. El PRI ronda el 35.5% de las preferencias; seguido por Morena con el 29.5%, y el PAN con el 9.4% de los votos.
De aquí surge el primer movimiento de la ecuación. Si el PRI y el PAN logran conformar una alianza, tal como ha trascendido en los medios de comunicación, juntos estarían rosando el 45% de las preferencias.
Sin embargo, acá se presenta un interesante detalle. A medida que la intención del voto a favor del PAN se viene abajo, crecen más las preferencias de Morena que del PRI. Por lo que, las matemáticas electorales nos revelan que una parte de los votantes panistas prefieren sufragar por Morena antes que hacerlo por la alianza PRI-PAN, la cual se proyecta llevará a un miembro del PRI como su abanderado.
De la misma encuesta surge una segunda operación de suma. Aunque el porcentaje de indecisos se reduce en cada entrega, todavía es bastante alto, ya que rebasa el 18%. A medida que los partidos y coaliciones vayan perfilando a sus candidatos, los electores se irán decantando por una opción. La pregunta que al respecto se escucha en todos los frentes es: ¿qué partido o coalición sumará la mayor cantidad de votantes que en este momento no simpatizan con alguna de las opciones?
Luego habrá que considerar el porcentaje que Massive Caller asigna a “otros”, el cual asciende al 7.6% de los votos, mismo que creció desde septiembre de 2021 cuando se colocó en 4.2%. Aquí encontramos las siguientes opciones: Verde, UDC, PT, MC y PRD.
Suponiendo que los tres primeros hagan alianza con Morena, MC emprenda la aventura con su propio candidato y el PRD se sume a una eventual coalición con el PRI y PAN, de acuerdo con los porcentajes obtenidos por estos partidos en las elecciones celebras en Coahuila en 2020 y 2021, ese porcentaje de “otros” en su mayoría habría que sumarlo a Morena.
No obstante, la variable que hace ruido, puesto que no es posible predecir con exactitud a cuál de los dos frentes quitará más votos al momento que defina su candidato, se llama: Movimiento Ciudadano.
Se sabe, por lo que ha sucedido en las elecciones para gobernadores de 2021 y lo que acontecerá en las seis gubernaturas de este año, que el abanderado de MC sumará un porcentaje de indecisos y, obligadamente, restará votos al resto de los partidos.
El nivel de popularidad y arrastre que presente el candidato naranja, será la misma proporción que se deberá restar a las ecuaciones que han formulado los estrategas del PRI y Morena.
Por último, los matemáticos electorales deberán estar atentos a lo que los teóricos del caos llaman “aleteo de la mariposa”. Ésta es una variable externa, casi imposible de predecir, pero tan poderosa que, por ejemplo, en las elecciones de 2021 modificó abruptamente las ecuaciones de algunos estados: me refiero a los escándalos mediáticos o a la intervención del presidente en sus mañaneras. Presente está Nuevo León.
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