ALGO QUE VALE LA PENA LEER  

Caballos Famosos 

La relación del ser humano con los caballos ha impulsado desde el trabajo agrícola, transporte, comercio y guerras, pero sobre todo, un gran vínculo simbiótico. El otro día, mi aventurero lector adolescente en casa, me preguntaba sobre «Babieca», lo que me hizo recordar algunos caballos famosos o literarios.

En el génesis equino estuvo «Pegaso», caballo volador de Zeus, el cual según la mitología griega nació del chorro de sangre que brotó cuando Perseo le cortó la cabeza a Medusa. «Janto», fue el famoso corcel de Aquiles, sin el cual, no se hubiera contado como tal la «Ilíada» y por supuesto, el mítico “Caballo de Troya”.

«Genitor» que significa creador o padre, era el preferido de Julio César, que lo bautizó así en honor a su padre. Cuando el equino murió, César le mandó construir una enorme estatua frente al templo de Venus. «Strategos» quiere decir «General» o también conocido como el «Caballo de los Alpes» fue el compañero de Aníbal. «Othar» del cual se decía que por donde plantaba su pezuña no volvía a crecer la yerba, era el de Atila, «El azote de Dios». «Lazlos» o «Caballo del desierto» fue el primero de Mahoma, apasionado de los jamelgos que alguna vez dijera: «El diablo jamás osará entrar en una tienda habitada por un caballo árabe». «Búcefalo» y su estrella blanca en la frente con forma de cabeza de buey, fue el consentido de Alejandro Magno. «Babieca» ¡claro! el de Rodrigo Díaz de Vivar, Cid Campeador, que después de la muerte de su amo nunca más fue montado de nuevo. «Marengo» era el preferido de Napoleón. «Palomo» el de Simón Bolívar. «Águila» se llamaba el de Porfirio Díaz y «Siete Leguas» y «Grano de Oro» los de Pancho Villa. El de Emiliano Zapata y de hecho su última monta, fue el «As de oros».

Y literariamente hay muchos más, «Rocinante» de Don Quijote, «Plata» y «Pinto», del Llanero Solitario y Toro respectivamente; «Tornado» del Zorro y «Sombra Gris» el de Gandalf. Fueron los que recordé a botepronto, cada uno aderezado por supuesto de sendas historias imposibles de contar en tan pocas líneas, pero que el menudo aventurero escuchó alucinado. -¿Qué te parece le dije?, -me miró fascinado y dijo: -¡Quiero un caballo!

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector. radioelitesaltillo@hotmail.com

 

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El Heraldo de Saltillo
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