Miguel Riquelme Solís y la necesidad de un liderazgo firme en el PRI
El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, pecó de precoz y aleatorio al aceptar la insinuación que horas antes hiciera el presidente de la República respecto a que buscaría pactar con el tricolor la formación de una mayoría oficialista en la Cámara de Diputados.
Interesante que no fueron los integrantes de la coalición “Va por México” quienes, en primer término, salieran a frenar los dichos de ‘Alito’. Un acuerdo de esa naturaleza, estaría dando al traste con el proyecto opositor para convertirse en un dique de contención frente al avance avasallador de la marea guinda.
Para sorpresa de la clase política, de entre los restos que quedaron del PRI después de perder ocho gubernaturas, surge un nuevo liderazgo, cuyas palabras, en respuesta a las declaraciones emitidas por Moreno Cárdenas, trazan derroteros distintos a los escarceos de la actual cúpula priísta nacional para mezclarse y comprometer el voto de los legisladores de ese partido, como ya lo hicieron en otras ocasiones, con el oficialismo.
En efecto, la precocidad con la que el dirigente nacional del PRI rondó el “anzuelo” que lanzó en una de sus `mañaneras’ el experto en la pesca de “peces gordos”, fue frenada o reprimida por el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme Solís, quien señaló categórico: “No puede generalizar (refiriéndose, por supuesto, al presiente de su partido), los diputados del PRI de Coahuila responden a los coahuilenses, debemos entender que salió la sociedad a votar para obtener un verdadero contrapeso en la Cámara Baja y esa confianza que depositaron en las urnas miles de ciudadanos que votaron por el PRI en esta entidad federativa no se va a defraudar”.
El mandatario originario de Torreón (ciudad que en las pasadas elecciones el PRI de Riquelme Solís arrebató al PAN), subió de tono cuando afirmó: “No estoy de acuerdo con el diálogo que marca Alejandro Moreno presidente de mi partido, con el ejecutivo federal como franco y abierto, y obvio, mucho menos en los oscurito”.
El remate de MARS trazó el itinerario que, al menos la bancada coahuilense, pretende seguir durante la próxima legislatura: “El diálogo que pueda darse con la ‘Cuarta Transformación’ debe ser encabezado por el frente opositor y deberá convenir al interés público nacional”.
Si miramos alrededor, es fácil percatarse de que para el PRI lo peor no es el daño provocado por las derrotas electorales. Ni lo más inquietante, aun siendo algo notable, es el funambulismo estratégico aplicado por su dirigencia durante la presente legislatura (a veces con “juan” y otras con “pedro”). Lo más alarmante es que el partido histórico, que se dice vasto en experiencia y capacidad para gobernar, se esté jugando su futuro sin la presencia de liderazgos determinantes, firmes y experimentados.
Lo que le ocurre al PRI no es novedad, durante los últimos años “jugar a la estrategia aleatoria” (sin resultados electorales) se ha convertido en su deporte favorito. Por ello, en ese mar de incertidumbre, el mensaje de Miguel Riquelme Solís provocó olas que sacudieron fuertemente a la nave priísta y de paso a la coalición.
Transcurrió poco tiempo, tal vez minutos, para que Alejandro Moreno Cárdenas saliera a corregir su propia plana, asegurando, sin abandonar del todo su estrategia de caminar sobre la cuerda floja, que la posición del PRI dentro de la coalición legislativa como contrapeso al Ejecutivo “está asegurada” y que “no habrá acuerdos en lo oscuro con nadie”.
Más tarde, los integrantes de la coalición, con la presencia de los dirigentes del PRI, PAN y PRD, ratificaron que mantendrán el bloque legislativo para impedir reformas que respondan a los “caprichos presidenciales”.
Desconozco si el liderazgo emergente de Riquelme Solís emana de la eventualidad, al quedarse el PRI sin la mayoría de sus gobernadores, o, por el contrario, surge de su capacidad para ganar elecciones (cinco distritos federales de los 11 que obtuvo el PRI en la elección del pasado domingo y 16 de 16 diputados locales en el proceso electoral de noviembre de 2020).
Lo cierto es que la estrategia opositora señalada por el gobernador de Coahuila parece ser la correcta, encaja perfectamente con las actuales circunstancias, por una sola razón: no hay de otra. El PRI que imagina Miguel Riquelme Solís pudiera estar tomando una ruta arriesgada, pero a estas alturas, sobre todo después de perder ocho gubernaturas, el dirigente nacional de ese partido y su equipo se quedaron sin alternativas.
Ya es tarde para jugar al equilibrista.
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