“Pegueros” el rincón del sabor, el aroma y el son tapatío en “El Pueblito”, Querétaro
La carretera es un lugar donde suelen pasar cosas fantásticas, cuando se conduce por las arterias del país, se puede uno encontrar con un atardecer hermoso, con lluvia refrescante, arcoíris atípicos y hasta amaneceres placenteros, premios que otorga la naturaleza por andar en el camino.
Las calzadas de Querétaro no son la excepción, un recorrido por la capital del estado no puede considerarse completo, si no se prueba alguna de las delicias culinarias que por acá se ofrecen.
Precisamente la carretera, nos permitió conocer un lugar destacado que se encuentra en el camino de la capital al municipio de Corregidora, justo en la entrada de “El Pueblito”, se localiza Pegueros «El Mesón del Mariachi».
Este lugar que da la bienvenida a los visitantes de “El Pueblito”, donde se festeja una milenaria tradición en honor a la virgen del mismo nombre, que contempla diversas manifestaciones artísticas, una en particular, que vuelve a esta celebración como reconocida a nivel internacional: El Paseo del Buey.
Se trata de un recorrido que se hace por el pueblo, de un buey cargado de cebollas, jitomates, ajos, bolsas de sal y todo cuanto sea necesario para preparar un caldo de res, del que por cierto será extraído del animal que hace el recorrido por El Pueblito, celebración que pareciera muy cruel, pero que es una herencia de las antiguas generaciones de la comunidad.
Además del complejo pase del buey, la celebración contempla danzas de los habitantes de la región, puestos de comida, desfile de enmascarados que transitan las calles bailando e interactuando con la gente y por supuesto las diversas representaciones rituales religiosas, que concluyen con la misa dominguera, también en honor a la Virgen del Pueblito.
Es curioso que, durante nuestra visita, pudimos conocer a varias mujeres llamadas así, Pueblito, muy orgullosas de su gran herencia cultural y todo cuanto representa su nombre en un tono histórico y emocional. En lo personal, la visita a esta celebración fue muy impactante, en cuanto nos enteramos del principal evento, que además, todo el pueblo espera.
Pero El Pueblito no es solo la festividad, también cuenta con una Zona Arqueológica atípica llamada El Cerrito, que se encuentra en la cima precisamente de un cerro, que se puede vislumbrar desde la entrada de la ciudad y que desde el Pegueros se percibe como una hermosa postal.
Pero volviendo al Pegueros, la bienvenida la recibimos con un enorme taco de carnitas, que nos sirven cuando vamos caminando al interior del negocio. Kary le pone bastante salsita roja de molcajete y solo unas gotas de limón, yo por el contrario, le aplicó unas gotitas de salsa martajada que por cierto huele muy bien y un chorro abundante de juguito de limón, que me ayuda a quitarle un poco de picor a mi delicioso alimento.
Caminamos al interior y nos recibe una tonada fabulosa, “No vale nada la vida, la vida no vale nada, empieza siempre llorando y así llorando se acaba”, del gran José Alfredo Jiménez, interpretada por uno de los mariachis que trabajan en el lugar, donde por cierto huele muy rico, platillos de muchos colores y sabores y es precisamente a lo que venimos.
Nos toca una buena mesa para escuchar a los mariachis de frente y muy cerca del estrado, donde se brinda el espectáculo. Un espectacular chamorro cocinado en salsita roja que no pica es mi delirio y lo pido sin esperar otra opción, para Kary una carnita asada y unos traguitos para pasar la comida y como dijo una tía “que no nos haga daño”.
Un roncito y un tequila llegan a nuestras mesas para acompañar la comida, que justo es decirlo, no tarda prácticamente nada, es abundante y tiene mucho sabor, sin duda, el cocinero tiene una sazón grandiosa.
Mientras comemos, suben dos cómicos al escenario para contar chistes y llevar a cabo sus rutinas, después sube un grupo de ballet folclórico, que da un repaso por las danzas típicas queretanas y norteñas y que entretiene bastante, pero en ese momento se aproxima un nuevo mariachi que es coreado por los parroquianos y que se aproxima a los micrófonos cuando los bailarines salen de la escena.
“Cielo rojo” retumba en el local y muchos parroquianos la cantan al unísono, nosotros pedimos una cerveza y la cuenta para despedirnos del local en cuanto los intérpretes terminen la canción y nosotros la bebida, para despedirnos de esta crónica turística.
Recuerde que viajar es un deleite y más cuando se hace en compañía. Lo espero en la próxima Crónica Turística y lo invito a que me siga en las redes sociales a través de Twitter en @Cinematgrafo04, en Facebook con “distraccionuniversitaria” y mi correo electrónico para cualquier comentario o sugerencia trejohector@gmail.com
Autor
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Periodista, escritor y catedrático. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM y actualmente maestrante en Comunicación por la UACH.
Titular de columna "Cinematógrafo 04". Imparto Taller de Micrometrajes Documentales, así como el Diplomado en Cine y Cultura Popular Mexicana.
Ganador del premio a la investigación Ana María Agüero Melnyczuk 2016, que otorga la Editorial argentina Limaclara
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