La situación mundial era mala antes del Coronavirus y ha empeorado por las muertes, miedo al contagio, confinamiento y soledad.
Y los índices de felicidad, han caído a nivel global; aumentado los suicidios y desmejorado la salud mental.
En México pasábamos por malos momentos debido a las carencias que en salud, educación y seguridad dejaron los corruptos gobiernos anteriores; pero ahora con el criminal manejo de López Obrador a la economía y al Covid, las cosas están para llorar.
Y no es broma, porque aquí y en todas partes el desánimo y la depresión abaten a quiénes por haber perdido familiares, bienes y empleos, no vislumbran salidas personales o nacionales viables.
En muchos países se generaliza el rechazo ciudadano a los gobiernos, por las respuestas dadas a las crisis.
En otros, antiguos problemas se agudizan y sus autoridades se han visto obligadas a recurrir a expertos, que les ayuden a enfrentarlos o por lo menos, a subir los ánimos.
Como en Chile, donde la mayor parte de la gente teme se repitan los destrozos y enfrentamientos entre descontentos y carabineros, de octubre del año pasado.
Por sus secuelas y consecuencias, agraviadas por la pandemia, cayó 15 puntos su índice de percepción de felicidad en el reporte anual que la ONU dio a conocer esta semana, en el que aparece como el segundo país más feliz de Sudamérica.
Y como había descendido también, el nivel de aprobación del presidente Salvador Piñera, su gobierno contrató talleres de risoterapia para que quienes trabajan directamente con él, puedan superar tensiones derivadas no solo de los conflictos sociales, sino por diferencias de criterio sobre cuándo, cuánto y cómo, tiene él que salir a hablar en público.
De eso informó el diario La Tercera, en un artículo de Eugenia Fernández y Sebastián Minay, que refiere que Piñera ha reconocido en declaraciones a la prensa, que le tocó gobernar “en tiempos muy, muy duros… y aunque no me he quebrado, muchas veces he llorado por dentro”.
Y si bien ambiente político actual no es tan crítico como en octubre pasado, se teme que este 18 de octubre, primer aniversario de la explosión social, las cosas se compliquen.
Para atenuar problemas y aliviar tensiones en los más cercanos colaboradores de Piñera, su Sub departamento de Bienestar y Calidad de Vida contrató a Freddy Vicuña Gallardo de la empresa Happydays, para dar en el palacio presidencial de La Moneda 15 talleres de “trabajo en equipo, colaboración y liberación del estrés”.
Se trata de terapias individuales y grupales, con actividades que inducen la risa; “reír aporta muchos beneficios al ser humano y evita que depresión y estrés, causen ausentismo laboral” dice la documentación asociada a la orden de compra, de la presidencia chilena.
¿Han servido?
“Algo”, respondieron algunos a la Tercera; otros dicen que respiran mejor ambiente y han logrado asumirse “como un equipo unido y comprometido de capitán a paje”.
Todo ayuda, pero tal vez el cambio pueda deberse a la llegada de la preciosa primavera austral; que en Santiago es especialmente linda.
Otro chileno experto en felicidad, es Wenceslao Unanue profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez y Director del Instituto del Bienestar.
Entrevistado por Consuelo Lomas para el mismo diario, explicó que cuando estudiaba Ingeniería en los años 80s la pobreza en Chile era entendida solamente como escasez de bienes materiales, “lo que no me hacía sentido”.
Por lo que dejó Ingeniería, para dedicarse a estudiar cómo lograr el bienestar y hoy preside un instituto para promover la felicidad, partiendo de que, para ser felices, es indispensable tener las necesidades básicas cubiertas.
Pero no basta con eso, porque “la pobreza es mucho más que no tener un ingreso”.
Advierte que es imposible que sean felices, quienes viven en casas de menos de 60 metros cuadrados; donde se hacinan cinco o más personas.
Y que muchos conflictos se originan, en que se da más importancia a imagen y dinero que a la autorrealización y las relaciones con los demás.
Tener menos deseos y más sentimientos de gratitud, explica, es importante para ser felices; pero muchos no agradecen lo logrado, porque se fijan más en lo que les falta.
Y asegura que el World Happiness Report con que la ONU mide la felicidad de los países, es parcial porque se basa en una pregunta única asociada a asuntos materiales.
“La felicidad de encontrarle sentido a la vida, no está siendo medido ni en Chile ni en ninguna parte”.
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