El ciclista y el Gral. Madero
En esta ocasión te platico una anécdota que inició en Saltillo, camino a Parras, que tuvo su regreso en Paila, y que bien terminó tanto en esta hemosa ciudad de Saltillo como en Parras.
Muchos revolucionario dio Coahuila a la patria, algunos de ellos, al concluir la lucha armada, siguieron por el camino de la política, logrando llegar ser diputados locales, federales, senadores, alcalde y hasta gobernadores. Ejemplo de ello fue el General Raúl Madero, hermano del mismisímo apostol de la democracía, don Francisco I. Madero.
El General Raúl Madero participó en muchas batallas de nuestra revolución como en la de Casas Grandes, Tlahualilo, Tierra Blanca y más, de hecho él intervino ante su hermano el entonces Presidente Madero a favor de mi general Villa, para evitar que el centaruro del norte fuera fusilado.
En el año de 1957, siendo presidente de la república Adolfo Ruiz Cortines, el general Madero paticipó en la elección para Gobernador de Coahuila, ya con 69 años de edad. Durante su mandato, se construyó la ciudad deportiva de Saltillo. El general, siempre bonachón, siempre de “buena gente”, siempre tendiendo la mano a quien lo necesitará, en ocasiones hasta sin preguntar se acomodaba para ayudar.
Cada fin de semana, viajaba desde esta hermosa ciudad de Saltillo a su ciudad natal, Parras de la Fuente, donde descansaba para regresar con bríos renovados a trabajar. En cierta ocasión, al salir de Saltillo, el gobernador ya dormitaba en su vehículo que era conducido por Pedro Izquierdo, cuando en un abrir de ojos vio que un ciclista hacia un gran esfuerzo por mantener una velocidad alta, y que llevaba el mismo rumbo que el gobernador, por lo que don Raúl le pidió a su asistente-chofer que detuviera el vehículo, subiera la bicicleta a la cajuela e invitara al que pedaleba a que subiera al auto. Pedro, el chofer, algo le argumentó al gobernador, quien no esuchó bien e insistió de una manera más severa en darle un “ride” a quien seguía con gran esfuerzo pedalenado la bicicleta.
Pedro Izquierdo detuvo el automóvil, le comentó al ciclista que por orden del gobenador le darían un aventón, por lo que subieron la bicicleta, y el ciclista tomó asiento delantero junto al chofer. Don Raúl se durmió casi al instante. Pasaron los minutos, los kilometros, hasta llegar a Paila, donde detuvieron el carro y el gobernador Madero le dijo al ciclista, que buena acercada te dimos amiguito, ¿tú vas a Parras o a Torreón?, porque nosotros aquí damos vuelta.
Ante la mirada atónita del chofer, el dueño de la bicicleta le respondió de mala manera al gobernador y general revolucionario, sentenciando: Mire no le agradezco la acercada, iba ganando una carrera, hasta que su chofer me levató, y cómo pasé la meta arriba del carro, me debieron de haber descalificado, ahora tendré que pedalear hasta Saltillo.
Mi general Madero, muy apenado, le ofrecio disculpas al deportista y le ordenó al chofer regresar a Saltillo, para ahora sí, darle un aventón al ciclista.
Esta es una historia como muchas que tenemos en Saltillo, en donde sabemos tender la mano, ayudar al projimo, aunque en ocasiones como esta, es mejor primero preguntar.
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