ALAS PERDIDAS
A pesar de la advertencia de la niña peruana que habla con Dios, y que dijo que no saliéramos el martes, me anime a ir por unas alitas de pollo al restaurante Norteño Wings, por HEB Lourdes, en Saltillo.
Tras solicitar desde el auto una orden con limón y pimienta, esperé por un rato hasta que llegó el mesero con el pedido y la terminal bancaria para pagar con tarjeta.
Tras cuatro intentos fallidos, el joven atentamente me pidió regresarle la cajita, y me invitó a ingresar al restaurante para ser atendido por la cajera.
Otros cuatro intentos infructuosos realizó la responsable de caja, y por fin pregunté si no existía otra terminal.
-¡Ujule!, si había, pero se cayó y se quebró y ya no la repusieron, respondió amablemente el mesero.
La cajera apagó el aparatejo y lo volvió a encender, con los mismos resultados negativos, y entonces se me ocurrió que podía ir al cajero cercano, retirar los 160 pesos y volver por mis alitas.
A los dos jóvenes les pareció también una buena idea, y de inmediato me dirigí al banco, retiré el efectivo y regresé al Norteño Wings.
Al entrar, supe de inmediato que algo malo ocurría, solo al ver el rostro de la mesera.
-Hola, vengo por mis alas, dije sonriente.
La joven morenaza, volteó algo apenada hacia el mesero, y este se disculpó:
-Hijole señor, como pensé que ya no regresaba, su pedido se lo di a otra persona, pero no se apure ahorita le preparamos otro kilito, prometió.
Cinco minutos después salí con el kilo de alitas, un fuerte dolor de cabeza, y con ganas de recomendarle al joven Rubén Moreira que no sea codo, y que invierta en otra terminal bancaria.
Y es que no es por intrigar, pero hubo otros clientes con menos paciencia que un servidor que se fueron molestos por las fallas en el cobro electrónico.
Y Unidos, seguro que son votos menos…
CUIDADITO, CUIDADITO…
Con este solecito y calorcito se antoja salir a un balneario, pero al menos en la región sureste de la entidad todo está cerrado.
Las medidas preventivas ordenadas por el gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, parecen exageradas, pero son necesarias y útiles para evitar la propagación del coronavirus.
Más vale aguantarse tres o cuatro semanas, atender la cuarentena, y esperar a que pase el peligro mayor del Covid-19. La salud es primero…
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