VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ
Deslavada como comedia, irregular como película de acción y con un mensaje feminista arcaico y caricaturesco, este remake es tan innecesario como irrelevante y solo funciona (a ratos) gracias a la simpatía de las protagonistas que, en ningún caso, opacan a quienes fundaron esta serie en los lejanos 70.
Analizado con detención, este filme es una suerte de campaña propagandística respecto del peor feminismo, aquél que considera que las mujeres son mejores que los hombres, reduciendo todos sus comentarios a meras caricaturas que echan por la borda cualquier intento de seriedad. Dicho de otro modo, en esta película el mundo está dividido en mujeres independientes, bellas y hábiles en todos los ámbitos y un conjunto de hombres que son malos, cobardes o crueles, es decir, un mundo en blanco y negro que no se condice con el verdadero espíritu que se supone se respira en el “nuevo” Hollywood.
Recordemos que en la década del 70, la serie televisiva “Los Ángeles de Charlie” estaba protagonizada por un conjunto de mujeres bellas y decididas, comandadas desde las sombras por un tal Charlie, que las mimaba, cuidaba y las protegía de los infortunios que se asociaban a sus misiones.
En 2000, Cameron Díaz, Lucy Liu y Drew Barrymore, llevaron al cine esta serie, dándole especial énfasis al tono de comedia liviana, con una carga de acción importante, cuando comenzaba la onda feminista y las mujeres protagonistas eran el centro de la historia, aprovechando de buena manera el talento cómico de las actrices. Debido al éxito se realizó una secuela en 2003.
Enfrentados a la nueva versión -ahora simplemente es “Ángeles de Charlie”-, lo primero que molesta es el subrayado odioso de sus intenciones feministas, situación que desde el primer plano con que se inicia el filme está recalcado hasta el cansancio. Lo paradójico es que de tanto insistir en su mensaje feminista, todo queda pronto reducido a una mera caricatura, superficial y desvaída.
Así, en cada secuencia todos los hombres, desde los buenos a los malvados, son marionetas que dependen de las acciones valientes de este grupo de hermosas féminas empoderadas (se supone) de su valía como tales. Lo que molesta, aun cuando sea una comedia irrelevante como en este caso, es que se siga propagando un mensaje más que curioso y peligroso: el mundo es blanco y negro, donde no caben los matices, ni los grises ni nada que se le parezca al concepto de diversidad.
Este maniqueo empleo del subtexto feminista hace que las buenas intenciones feministas solo se queden en lo superficial, arruinando de paso a personajes secundarios que podrían haber sido mucho mejor aprovechados, como sucede con el multimillonario que desea a toda costa generar y universalizar una energía limpia y reciclada, sucedánea de la electricidad.
Es también curioso que las actrices protagónicas siguen siendo bellezas estereotipadas, capaces de representar marcas de ropa interior y que cada una corresponda a una diversidad étnica, donde un guion pobre se encarga de reforzar en cada momento que ellas son mucho más que una cara bonita.
De esta manera, con este lastre tan odioso como forzado, esos mensajes pro feminismo echan por la borda el esfuerzo de la directora Elizabeth Banks de armar una comedia entretenida que respeta al pie de la letra la receta de este tipo de filme de acción: exquisitos escenarios de distintos lugares del mundo, mucho glamour, sofisticados personajes y ambientes y claro, mucha acción física inverosímil. Incluso, resulta más que curioso que teniendo una carrera como comediante previa, la realizadora Banks no dé mayor altura al sentido del humor y desaproveche los aspectos cómicos que aparecen en el filme.
Esto queda demostrado en el caso de la actriz Kristen Stewart, de gran peso en el drama, pero que en este caso no logra mayor vuelo porque el guion definitivamente no la acompaña, misma situación que le acontece a Naomi Scott, quien llamaba la atención en Aladdin, pero que no alcanza a descollar con su evidente vena humorística.
De este modo, este filme se estropea desde el comienzo con ese supuesto primer plano de declaración de intenciones donde la actriz Kristen Stewart, mirando a cámara, afirma con gravedad: “Las mujeres pueden hacer cualquier cosa”.
Y así sigue todo el largometraje, dejando en claro que “Ángeles de Charlie”, versión 2019, es un vehículo más para seguir llevando agua al molino feminista que hace rato se instaló en Hollywood, donde se confunde el qué y solo se preocupan del cómo, MeToo incluido, cuando en verdad lo que sí sucede es que la industria fílmica hollywoodense sigue siendo machista y ha sabido aparentar aires de cambio, haciendo creer a muchos que ahora la mujer es la protagonista, cuando en verdad poco ha cambiado en la esencia de esta industria de sueños.
Lo que ocurre es que a diferencia de lo sucedido con las primeras dos películas basadas en la serie de los 70, tanto la dirección como el guion ahora estuvieron a cargo de una mujer, la actriz Elizabeth Banks quien, además, interpreta a la jefa Bosley, situación que puede parecer un buen cambio, con más oportunidades para las mujeres, pero que de ninguna manera significa calidad a priori, porque independiente de todo lo escrito, esta película es mediocre y solo sirve como vehículo para el entretenimiento desechable y veraniego.
De este modo, un espectador avispado debe soportar que los personajes masculinos de “Ángeles de Charlie” son a todas luces cretinos, malvados o torpes, o todas las anteriores, mientras que (se supone) todas las chicas que aparecen sean valientes, graciosas y muy, pero muy inteligentes. Puro trazo grueso y empoderamiento de matiné.
Y aun perdonando todos esos defectos de guion y contenidos, este filme no se erige como algo perdurable, solo se trata de una comedia de acción más, tan elegante como inofensiva, cuyos objetivos finales son los primarios: entretener y seducir. Pero la fórmula no se cumple y gran parte de todo se desmorona, a pesar de pasar continuamente de un lugar a otro (Río de Janeiro, Hamburgo, Estambul, Berlín, Los Ángeles), tener las típicas persecuciones automovilísticas, y una gran cantidad de peleas cuerpo a cuerpo coreografiadas y donde nadie, ni por sospecha, sangra o se fractura.
En resumen, se trata de una innecesaria nueva película sobre una serie televisiva setentera que funcionaba perfecto en una época distinta, en donde incluso la tecnología ni siquiera soñaba con el desarrollo alcanzado hoy.
¿Qué le faltó a esta fallida película? Delirio, humor, desfachatez y mayor capacidad para asociar a hombres y mujeres en acciones osadas porque si el mundo fuese tan blanco y negro como en este filme no valdría la pena tanto esfuerzo.
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