Los caballos del PAN de Coahuila
En la pasada colaboración expusimos que, rumbo a las próximas elecciones a celebrarse en Coahuila, ya sea para elegir al nuevo Congreso local en 2020, las intermedias federales y las alcaldías en 2021, así como la “grande” para renovar la gubernatura en 2023, los distintos partidos locales, en su propósito de sumar simpatías entre el electorado, requieren impulsar, desde ahora, a perfiles y cuadros destacados, liderazgos carismáticos y populares, para que asuman el papel de “caballos de tiro”, con capacidad de tracción para movilizar a sus oxidadas estructuras y sumar a electores independientes o apartidistas.
En el orden de las expresiones políticas que presumen contar con al menos tres caballos fuertes, encontramos al Partido Acción Nacional. Más allá de los municipios que actualmente gobierna y del nutrido grupo de diputados locales con los que cuenta, el PAN se presenta, a futuro, como una alternativa con perfiles realmente competitivos y con posibilidades de obtener triunfos electorales en los procesos que se avecinan.
En la medida en que los tres panistas más destacados en la actualidad y a la vez con las mayores potencialidades para proyectarse a futuro, Marcelo Torres Confiño, presidente de la Junta de Gobierno del Congreso de Coahuila, Jorge Zermeño Infante, alcalde de Torreón y Alfredo Paredes López, alcalde de Monclova, fortalezcan sus respectivos liderazgos al interior de su partido, cautiven a electores no partidistas y logren rebasar la lógica “grupera” que caracteriza a los panistas, podrán convertirse en esas bisagras que unan a los electores con el partido.
De los tres, destaca Marcelo Torres. El diputado originario de Torreón ha logrado una carrera vertiginosa. Desde que se integró a la política partidista, ha subido como la espuma, alcanzando incluso la dirigencia nacional de su partido. No existe panista que en los últimos años haya crecido más en popularidad; aunque, se sabe, todavía carece de una estructura territorial propia.
En el plano mediático, Marcelo Torres ha llamado la atención por su capacidad para aprovechar los distintos temas de la agenda nacional y local, y así deslizarse, exitosa y estrambóticamente, en los medios de comunicación. Se nota que está aprovechando al máximo los reflectores y los recursos a los que tiene acceso como presidente de la Junta de Gobierno.
En la pantalla y en las planas de los periódicos, el torreonense no parece ser un político muy popular. En épocas donde el Presidente viaja en vuelos comerciales, la corbata y los trajes de diseñador deberían dejarse en el closet. En cambio, lo que sí explota a la perfección son esas habilidades para dialogar y construir puentes, incluso con actores políticos de otras corrientes y partidos; es evidente, por ejemplo, que el panista ha cultivado una interesante relación con el gobernador Miguel Riquelme. Esta pericia negociadora cobra relevancia en tiempos donde la beligerancia trata de imponerse a la razón.
En el corto plazo, Torres tiene dos alternativas: la segura o la aleatoria. La primera significaría reelegirse el próximo año como diputado local, para luego en 2021 buscar una curul federal. En la opción azarosa, el lagunero podría truncar su carrera con una derrota, ya que se enfrentaría a su ex compañero de partido, Luis Fernando Salazar, por la alcaldía de Torreón, territorio en donde el ahora diputado federal por Morena no ha perdido jamás.
Por su parte, con perfiles más discretos y con menor exposición mediática, encontramos a Zermeño y Paredes. Ambos con la ventaja de controlar estructuras territoriales y liderazgos en los municipios que gobiernan respectivamente. El primero con una carrera política envidiable para el resto de los panistas. El segundo con la intención de crear una corriente interna que le dispute el control del partido al grupo de La Laguna; lo intentó cuando impulsó a Mario Dávila para ocupar la dirigencia estatal del PAN, no lo logró, pero continúa en esa dirección.
Por último, el caballo inevitable: Guillermo Anaya Llamas. Imposible dar por muerto a quien ha controlado al PAN en la última década. No obstante que sus bonos cayeron estrepitosamente después de perder la senaduría en 2018, el perenne aspirante a la gubernatura de Coahuila tiene la mira puesta en 2023… “¡aunque usted no lo crea!”
Lo interesante es que la mayoría de los caballos fuertes, que no son del PRI, tienen sus reales en La Laguna, incluso algunos de Morena. ¿Será que, si los laguneros aspiran a trascender en el gobierno, deberán dirigir su mirada hacia otros partidos?
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