La mayoría de los centroamericanos que ahí llegan son gente de bien; pero hay otros que se dedican a delinquir, y que ahí se refugian para evitar ser detenidos
Aunque la labor que realiza la Casa del Migrante es de gran ayuda para los miles de centroamericanos que año con año arriban a Saltillo en su camino rumbo a los Estados Unidos, es de sobra conocido que, muchas veces, éste albergue operado por la Diócesis de Saltillo, ha funcionado como un refugio para personas de nacionalidad extranjero que han cometido diversos delitos en nuestra ciudad, y que, abusando de la buena fe de los administradores del lugar, llegan a refugiarse ahí a sabiendas de que ni la Policía ni el Ejército o ahora la Guardia Nacional podrán entrar para detenerlos.
Desde hace muchos años en las inmediaciones de la Casa del Migrante, concretamente al lado de las vías del ferrocarril, grupos de centroamericanos se dedican a la venta y al consumo de estupefacientes. Esto ha sido ampliamente demostrado por las autoridades. Muchos de esos centroamericanos, abusan de la buena fe de los encargados del albergue para refugiarse en sus instalaciones. Pero, además de traficantes de drogas, la historia reciente de Saltillo también registra varios casos de centroamericanos que han cometido delitos mucho más graves, como violaciones y asesinatos.
De los miles que llegan cada año, solo unos pocos se dedican a delinquir, es cierto. Pero no por eso se les debe de dar un trato preferencial, y mucho menos tolerarse sus acciones amparándose en supuestos acuerdos internacionales y en medidas cautelares que en ningún momento fueron destinadas a proteger delincuentes.
Esta semana, la Policía Municipal recibió una denuncia ciudadana sobre un grupo de personas que se estaban drogando –y posiblemente vendiendo drogas- cerca de las vías del ferrocarril en un paraje al sur de Saltillo.
Al llegar los elementos policiacos al lugar, las personas señaladas corrieron rumbo a la casa del Migrante, que se encuentra muy cerca de dónde fueron sorprendidos, con la clara intención de buscar refugio en ese lugar.
De acuerdo con el Comisionado de Seguridad y Protección Ciudadana de Saltillo, Federico Fernández Montañez, el reporte se recibió en la Base de Operaciones Mixtas compuesta por la Policía Municipal y otras corporaciones entre ellas el Ejército, donde se denunciaba a seis personas que estaban ingiriendo sustancias tóxicas en las inmediaciones de la Casa del Migrante, pero al arribar al lugar éstas huyeron y fue casi al llegar a la casa que se les dio alcance a algunas, se les verificó, e inspeccionó.
“En ningún momento estuvieron aseguradas, ni se les preguntó sobre nacionalidad o estado migratorio dentro del país, y ahí termina, insisto a reserva de una investigación con mayor profundidad, la información que nosotros tenemos. Es decir no existe ni una persecución, ni un aseguramiento, ni un tema que tenga que ver con la calidad migratoria de estas personas”, declaró el Comisionado.
Sin embargo, Alberto Xicoténcatl, director de la Casa del Migrante que depende directamente de la Diócesis de Saltillo encabezada por el Obispo Raúl Vera, armó un escándalo de carácter internacional, asegurando que ésta acción los elementos policiacos era ilegal, que se estaban violando diversos acuerdos y medidas cautelares, y dijo que de acuerdo con el artículo 76 de la Ley de Migración de México, las autoridades no pueden realizar visitas de verificación a los lugares donde haya personas albergadas por organizaciones de la sociedad civil y establece un radio de cinco kilómetros de neutralidad.
Sin embargo ésta aseveración es falsa. Dicho artículo dice textualmente: “El Instituto Nacional de Migración no podrá realizar visitas de verificación migratoria en los lugares donde se encuentre migrantes albergados por organizaciones de la sociedad civil o personas que realicen actos humanitarios, de asistencia o de protección a los migrantes”.
Es decir, tan solo se limita a las autoridades del Instituto Nacional de Migración, pero no a los elementos de la Policía, el Ejército o la Guardia Nacional; y menos aún se concede inmunidad a quien cometa un delito. Y tampoco establece el supuesto radio de cinco kilómetros de neutralidad del cual habla Xicoténcatl.
En Saltillo se respetan los Derechos Humanos de los migrantes. Siempre ha sido así. Pero eso no significa que los saltillenses tengamos que tolerar que un grupo de centroamericanos vengan a delinquir a nuestra ciudad. Aquí todavía no olvidamos, y jamás olvidaremos, la ocasión en que un hondureño asesinó a una mujer en el centro de la ciudad, y el Obispo Raúl Vera lo defendió a capa y espada, contratando inclusive un abogado para representarlo.
Bienvenidos los centroamericanos que van de paso en busca de un futuro mejor. Qué bueno que en la Casa del Migrante los apoyen, para que puedan seguir su camino.
Pero sobre todo, felicitamos y reconocemos el trabajo de la Policía Municipal, al Ejército y a la Guardia Nacional, por estar al pendiente de que ni los centroamericanos, y tampoco lo mexicanos, cometan algún delito. Ese es su deber, y lo están cumpliendo. Y por ningún motivo estamos de acuerdo en que la Casa del Migrante, la Iglesia, o cualquier otra organización, pretenda impedirles cumplir con su responsabilidad, argumentando supuestas violaciones a los derechos humanos. Nuestra seguridad es primero, y así deberá de serlo siempre. (FRANCISCO DE LA PEÑA)
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