El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha expresado este domingo su indignación por los ataques perpetrados en Sri Lanka, en los que más de doscientas personas han muerto y otros cientos han resultado heridas en una serie de explosiones que tuvieron lugar en iglesias y hoteles y cuyo objetivo eran los miles de cristianos que se reunían para celebrar los servicios de la Pascua.
Según informaciones de prensa, tres iglesias fueron atacadas en las ciudades de Batticaloa, Negombo y la capital, Colombo. Además, los hoteles El Shangri-La, Kingsbury, Cinnamon Grand, todos en la capital, también fueron alcanzados.
Hasta ahora, ningún grupo ha asumido la autoría de los atentados suicidas, pero la Policía ha detenido a siete personas en relación con los ataques.
En una declaración emitida por su portavoz, António Guterres mostró su esperanza de que los autores sean llevados cuanto antes ante la justicia. También expresó sus más profundas condolencias a las familias de las víctimas, al pueblo y al Gobierno de Sri Lanka, y deseó una pronta recuperación de los heridos.
El titular de la ONU destacó asimismo «el liderazgo mostrado por las autoridades y la unidad del pueblo” de Sri Lanka tras los ataques.
Por su parte, la presidenta de la Asamblea General de la ONU, María Fernanda Espinosa, expresó en un tuit su «profunda tristeza» por los atentados, y dijo que sus pensamientos estaban con el pueblo de Sri Lanka, «afectado por otro acto de violencia sin sentido».
«Debemos unirnos en nuestra humanidad común para condenar estos actos atroces contra inocentes que practican su fe de forma pacífica», agregó.
A las voces de condena de estos “ataques bárbaros”, se unió el alto representante de las Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones, Miguel Ángel Moratinos, que aseguró que estos atroces atentados “son injustificables independientemente de quien los perpetre y dónde se cometan”.
Moratinos indicó que continuará adelante con su Plan de Acción para proteger los lugares religiosos y garantizar que los creyentes puedan observar sus ritos en un espíritu de paz y compasión.
La sangrienta guerra civil de 26 años de Sri Lanka, librada entre las fuerzas gubernamentales y los separatistas tamiles en el norte, terminó en 2009 con la derrota de los rebeldes.
En los años posteriores la violencia ha sido esporádica y normalmente dirigida a minorías religiosas.
Los cingaleses son en su mayoría budistas, alrededor del 70 por ciento de la población, y cuenta con minorías hindú, musulmana y cristiana. Se calcula que la isla alberga 1,5 millones de cristianos, en su mayoría católicos. (ONU NOTICIAS)
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