Las imágenes son brutales. De pie, sujetando una kalashnikov, un hombre mira a la cámara. Delante de él, arrinconada contra un muro, una chica aterrorizada pide clemencia. La cámara enfoca a la chica y se escucha una voz: «Vamos, Bashar, limpia tu honor». Acto seguido, una ráfaga de balas alcanza el cuerpo de Rasha Bseis, que muere en el acto.
El asesino es su hermano, Bashar Bseis, un soldado del Ejército Libre Sirio. Las razones del crimen no están claras. Algunos medios dicen que habría mantenido relaciones sexuales con un oficial turco y otros que habría sido violada y su agresor habría publicado sus fotos en internet.
De acuerdo al sitio web de El Español, el crimen fue divulgado a finales de octubre y varios usuarios de las redes sociales han empezado una campaña para denunciar éste y otros crímenes de honor en los que son los allegados de las mujeres los que las asesinan para defender el buen nombre de las familias.
«Lo que Bseis hizo no es una actitud ética para el Ejército Sirio Libre y es contrario a los principios de nuestra revolución», dijo a The GuardianMustafa Sejari, un portavoz de la organización, que agregó que se estaba llevando a cabo una investigación y que un tribunal militar había emitido una orden de arresto para Bseis.
Sin embargo, no se ha producido ninguna detención hasta la fecha y se teme que Bashar Bseis no llegue a pagar por lo que hizo. «Estas personas no ven ningún problema en matar a la niña, porque en realidad creen que es lo que hay que hacer para eliminar la vergüenza que ha traído a toda la familia», dice la exiliada escritora siria Loubna Mrie al diario inglés. «Una niña inocente está muerta porque un chico publicó sus fotos en Facebook».
Los asesinatos por «honor» son un problema profundamente arraigado en la sociedad siria, «y no son exclusivos de un área, secta o facción», dice Mrie. Incluso antes de que comenzara la guerra en 2011, las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres en Siria estimaban que cada año morían 300 mujeres asesinadas por sus familias, y las cifras han aumentado durante la guerra.
«Recuerdo que tenía nueve años la primera vez que vi un video de un tipo que rompió el cráneo de su hermana con una piedra mientras todo el pueblo miraba y aplaudía», dice Mrie.
Estos asesinatos tienen la intención de sellar el asunto, perpetuando una cultura de silencio que funciona para proteger al asesino. Hasta 2009, a los asesinos se les permitía seguir en libertad si justificaban el acto como motivado por el honor. El gobierno derogó la ley, reemplazándola por una corta sentencia máxima de dos años que, en muchos casos, ni se llega a aplicar. (EL ESPAÑOL)
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