Competitividad en Coahuila, el reto de Miguel Riquelme
De entre los compromisos que el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, asume en el eje 3 del Plan Estatal de Desarrollo, el crecimiento económico del 3.5% anual de aquí al 2023 podría, de no implementarse la estrategia adecuada, convertirse en el talón de Aquiles de su administración.
En efecto, uno de los estados más competitivos del país podría, de nueva cuenta, como sucedió en las pasadas dos administraciones estatales, sucumbir a los choques externos o caer víctima de una política económica local mal implementada, o peor aún, desconectada de las coordenadas económicas actuales.
En una reciente colaboración señalé que durante las administraciones de los hermanos Moreira, la economía fue incapaz de crecer a tasas por arriba del umbral del 3.0%, estancándose en 2.5% en promedio anual para el período 2005-2011, y en 2.6% para el sexenio que le siguió. Ambas gestiones compartieron una estrategia ya convertida en un instrumento común de la mayoría de los estados fronterizos, misma que está a punto de cristalizarse como el ápice estratégico de la presente administración (las giras por Europa, Asia y Canadá ya han iniciado, y todo indica que van a continuar), y cuyo impacto en el crecimiento deja mucho que desear: me refiero a concentrar los esfuerzos y recursos en la promoción del estado en el extranjero como medio para atraer la inversión; descuidando, por defecto, el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa local.
No ha tenido que pasar mucho tiempo para percatarnos que la estrategia económica que implementa el Gobernador de Coahuila no es tan diferente a las de sus más recientes antecesores. El contraste, tal vez sea que Miguel Riquelme establece en su Plan Estatal de Desarrollo un compromiso explícito para elevar la competitividad. Señalando, además, que la competitividad junto a la promoción económica del estado, componen el binomio de acciones que a su vez dan forma a lo que Riquelme bautiza como la «nueva estrategia económica estatal”.
Elevar la competitividad estatal no es cualquier cosa. Cuando una entidad se propone mejorar su posición en los distintos rankings tendrá que fortalecer y desarrollar una serie de factores que además de promover el crecimiento, también impacten positivamente en el bienestar de la población.
Entre los factores que inciden en la competitividad encontramos el tema educativo, gobierno eficiente y transparente, economía estable e innovadora, resiliencia, relaciones internacionales, sistema político, infraestructura, emprendedurismo, sistema de salud, seguridad y estado de derecho.
Teniendo en cuenta estos factores, bien concebida y mejor forjada, la competitividad está llamada a convertirse en un elemento sustantivo para promover la productividad, el crecimiento y el desarrollo del estado.
Lamentablemente, los rankings de competitividad también guardan su lado oscuro. Sobre todo, cuando la búsqueda de mejorar el indicador y la posición nacional se vuelven fines en sí mismos, llegando incluso a erogar fuertes sumas de dinero como pago a despachos que en ocasiones sólo ofrecen manipular cifras, indicadores y bases de datos para artificialmente escalar algunas posiciones. El efecto se vuelve perjudicial para la economía estatal, aunque cómodo para el gobierno: de pronto el estado se visualiza más atractivo para las inversiones extranjeras; pero es tan sólo una ilusión pasajera, porque en realidad las limitantes sociales y económicas subyacen en la estructura productiva y de gobierno.
El gobierno de Coahuila se ha propuesto incrementar el Índice de Competitividad Estatal (ICE), estimado periódicamente por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el cual, para 2014, ubica a Coahuila en el lugar 7 a nivel nacional, con un ICE de 56.5 puntos, siendo la Ciudad de México la mejor ubicada en el ranking con 62.4 puntos. La meta que el gobernador Miguel Riquelme se propone para 2023 es llegar a los 59.3 puntos.
Doce años después de implementarse, casi como relojito, la estrategia de promoción económica, con resultados no tan adelantadores en cuanto al crecimiento económico (Querétaro y Aguascalientes crecen a tasas cercanas al 10%), parece justo que el gobernador utilice nuevos instrumentos, tal es el caso del aseguramiento de la competitividad, como el nuevo modelo para alentar el crecimiento. Si a pesar de mejorar la competitividad no llegan las inversiones, al menos queda una base sólida para que la industria local, sobre todo la pequeña y mediana empresa, potencien su desarrollo.
Tu Opinión: olveraruben@hotmail.com
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